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Un llamado Para Ascender a lo Alto

Wade E Taylor

“Aquél mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Y les dijo: Id, y decid aquella zorra: he aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino  mi obra” Lucas 13: 31-32

Pedro nos dio un principio según el cual, un “día” escritural puede ser considerado como un periodo de tiempo de “mil años

“Mas, Oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” 2 pedro 3:8

Así, en este tiempo presente, nos aproximamos al final de “hoy y mañana”, a la plenitud de la era de la iglesia.

El Señor creo todo en seis días y descansó al séptimo día. Cuatro de esos periodos de tiempo se refieren al antiguo testamento y los otros dos periodos al Nuevo Testamento. Actualmente estamos al final del sexto día, o el sexto periodo de tiempo. El séptimo día es un periodo de mil años, es el día del milenio. Este tiene que ver con un tiempo profético, no con un tiempo calendario.

Éxodo 19: 3-11 y 20: 18-19 registran el ofrecimiento que el Señor hizo de su presencia manifiesta a Israel. La gente debía de lavar sus ropas “hoy y mañana” para estar lista en el “tercer día” cuando el Señor descendería a la vista de todo el pueblo.

“Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento.” Éxodo 19:16

Advierta que esto tuvo lugar en la “mañana del tercer día.” Esto habla del completamiento de la preparación de Israel en el desierto para entrar a Canaán. Este fue el nacimiento de un nuevo día, cuando el mismo Señor se propuso manifestar su presencia.

“Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron y se pusieron lejos.” Éxodo 20:18

Cuando Israel reaccionó retirándose de la manifestación de Su gloria, perdió su oportunidad de entrar en el día del milenio y este  fue dado a los gentiles, a los que “no eran un pueblo.”

“Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro no habías alcanzado la misericordia.” 1 Pedro 2:10

Esta “mañana del tercer día” también nos habla acerca del cierre o final del segundo día de la era de la iglesia y del nacimiento del tercer día, el día del milenio. Oseas se refirió proféticamente a la era de la iglesia diciendo:

“Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.” Oseas 6:2

Ahora nos estamos aproximando a este “tercer día” en el que el Señor levantará Su cuerpo, la iglesia, hacia la restauración de Su gloria manifiesta. Hay indicaciones de que esto comenzará a tomar lugar pronto:

“Cuando El venga para ser glorificado en Sus santos…” 2 Tesalonicenses 1:20

En preparación para este tiempo “después de seis días,” Jesús tomó a Pedro y Juan y subió al monte en donde se transfiguró delante de ellos. Esto habla de la restauración de Su gloria

“Seis días después, Jesús  tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte muy alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.” Mateo 17:1-2

En la medida en que nos aproximemos al fin de la era de la Iglesia, Jesús permanecerá en la puerta, listo para ser revelado en Su gloria manifiesta.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, vendré a él y cenaré con él y él conmigo.” Apocalipsis 3:20

Anteriormente yo he relacionado este pasaje con la iglesia de Laodicea porque ellos estaban más interesados en las bendiciones que el Señor les había provisto, que en el mismo Señor, tal como es visto en el versículo 17:

“Porque tú dices: yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apocalipsis 3:17

Yo vi al Señor estando afuera tratando de regresar a Su Iglesia. Hay verdad en esta declaración pero el significado es mucho más profundo. La iglesia de Laodicea es la séptima y última, y está al final de la era de la iglesia, por tanto,  la puerta está cerrada, porque no hay nada más allá. Sólo hay un camino para ir que es ascender a la presencia del Trono.

La indicación de que estamos viviendo en la era la iglesia de Laodicea es el mensaje de la prosperidad que prevalece en nuestros días. Debido a este énfasis, el Señor dice:

“Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico……” Apocalipsis 3:18

En realidad, la prosperidad no es el problema, sino el hecho de estar satisfecho con la prosperidad, debido a esto los de Laodicea decían que no tenían necesidad de nada. El Señor tiene que hacer que busquemos las riquezas verdaderas que son espirituales.

Oseas dijo que después de dos días, el Señor nos resucitaría y que en el tercer día Él haría que vivamos, esto confirma la puerta cerrada al final del segundo día de la era de la iglesia. Horizontalmente, hemos ido tan lejos como hemos podido; la única manera para ir más lejos es responder al llamado vertical, a Su presencia.

“Después de esto mire, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas. Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.” Apocalipsis 4:1-2

Esta “voz como de trompeta” está diciendo exactamente lo que Oseas dijo. Es un mensaje profético de los tiempos finales que expresa una urgencia actual. El Señor está llamando a aquellos que responderán para que tengan una visión mucho más elevada así que Él les puede mostrar las cosas que sucederán después. Esto tiene que ver con el cierre de la era de la iglesia y nuestra introducción a la era del Reino Milenial.

La iglesia “vencedora,” como un cuerpo colectivo, será “levantada” y unida con la Cabeza, nuestro Señor Jesús mientras Él desciende en Su “Parousia” para reunirse con nosotros. Más que ser raptados del plano terrenal, esto será una habilitación y empoderamiento proféticos de Su presencia manifiesta. Es el Señor haciéndose visible a Su Novia que está entre la iglesia.

“Y ella dio a luz a un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para Su trono.” Apocalipsis 12:5

Las “cosas que sucederán después de estas” son aquella que serán visibles a los que responden a este llamado a ascender y tienen que ver con el entendimiento de la apertura de los sellos, de las trompetas, los vasos, y en la forma como todo esto se desarrollará en la tribulación que cerrará la era de la iglesia y servirá para la apertura de la era del Reino.

Juan dijo: “Y al instante, yo estaba en El Espíritu, y he aquí un trono establecido en el cielo.” Esta es una visión de conjunto de la promesa para los vencedores:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su Trono.” Apocalipsis 3:21

Esto es la perfección de lo que Jesús habló en Lucas 13:32, que en ese tercer día, Él sería perfeccionado. Este perfeccionamiento es el Cuero maduro de Cristo, siendo levantado y unido con la Cabeza en una relación para el funcionamiento del Trono.

Actualmente, el Cuerpo de Cristo está sobre la tierra como un “cuerpo sin cabeza.” Jesús está sentado a la derecha del Padre, haciendo permanente intercesión por nosotros como un “cuerpo sin cabeza.” Esta perfección consiste en juntar la cabeza y el cuerpo para funcionar como uno delante del Trono.

Estamos viviendo en día maravilloso, en el tiempo que es posible para nosotros, escuchar este llamado para ir más alto. Mientras lo hagamos, aquellos que responden como vencedores les será otorgada una autoridad para los tiempos finales.

Entonces, el mundo será testigo del empoderamiento de la Iglesia que tiene la mente de Cristo y se mueve en el poder y autoridad de Su voluntad y propósito.