por Wade E Taylor
“He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando la palabra de Jehová, y no la hallarán.” Amós 8:11-12
Muchos consideran este pasaje de la Escritura se refiere al tiempo en los últimos días cuando el ministerio será enormemente impedido. Sin embargo el hambre al que se refiere esta escritura no es el resultado de la falta de “proclamación” de la palabra pues en realidad la palabra puede ser escuchada desde los púlpitos de muchas iglesias como nunca antes. Los predicadores en la radio y en la televisión son abundantes, hay literatura cristiana abundante especialmente en la web.
La “Letra de la Palabra” estará disponible cada vez más. Sin embargo, las “palabras del Señor” serán escazas en otra manera. Debido a la creciente escasez (hambre), de un “corazón obediente” a la “letra” de la Palabra tan fácilmente accesible hoy, existe un hambre creciente por la palabra ungida.
Estamos viviendo en el tiempo de esta escasa, convincente y ardiente “Palabra del Señor” que tiene poder para cambiar vidas.
La Iglesia de Laodicea de Apocalipsis 3:14-17 pensaba de sí misma que era “rica en muchas cosas.” A pesar de lo que pensaban de sí mismo, la “Palabra del Señor” que fue hablada directamente a su condición espiritual les hizo saber que eran “pobres y ciegos.” El Señor los describía como “bebés espirituales” (desnudos) debido a que no estaban asimilando Sus Palabras en su ser, ni estaban buscando una relación personal con Él.
“Porque tú dices, yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad y no sabes que eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apocalipsis 3:17
El interés de esta iglesia solo estaba en las cosas que el Señor les podía proveer en lugar de su relación con Jesús, El que les daba todas esas cosas. En consecuencia, ellos recibieron una palabra correctiva del Señor.
“Por tanto, Yo te aconsejo que de mí compres el oro refinado en fugo para que seas rico, las vestiduras blancas para vestirte y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez y unge tus ojos con colirio para que veas. Apocalipsis 3:18
El Señor desea perfeccionar Su naturaleza (oro) a través de Su obra y Sus tratos entre aquellos que han rendido la totalidad de su ser a Jesús y que se han entregado por completo a Él.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Efesios 2:10
Este “oro refinado en fuego” habla de un encuentro íntimo y directo con Dios que hace que todo lo que sea contrario a su naturaleza sea consumido mientras somos disciplinados y corregidos por Su Santo Espíritu lo cual resultará en nuestro desarrollo y crecimiento espiritual.
El bautismo de Jesús que es una “inmersión en el Espíritu Santo y Fuego” quedó disponible para nosotros. Juan dijo:
“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; el os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era y recogerá su trigo en su granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.” Mateo 3:11-12
Este bautismo hará arder toda la escoria que tenemos y nos purificará para hacernos como Él es.
“Porque nuestro Dios es fuego consumidor.” Hebreos 12:29
El hecho de ser cambiados en su imagen y semejanza es de mucho más valor eterno que cualquier otra cosa temporal que Él nos pueda proveer. En consecuencia, durante este tiempo de hambre el señor habrá hecho una provisión para cada individuo espiritualmente hambriento y que busca con fervor y dedicación convertirse en “oro refinado en fuego.”
Él está parado a la puerta de la iglesia de estos días, diciendo:
“He aquí yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, vendré a él y cenaré con él y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20)
Este llamado es al individuo que responderá a Su voz
“Más tú cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu padre que está en lo secreto y tu padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo 6:6
Aquellos que están insatisfechos de su actual experiencia espiritual y están buscando algo más, están siendo atraídos a Su presencia. A pesar del hambre, el Señor está esperando con Su recompensa.
Un llamado similar a volverse al Señor tuvo parte vital en la preparación de Moisés para ser enviado al pueblo del Señor que estaba en esclavitud del sistema del mundo de ese día.
Moisés entendió que había sido llamado a traer liberación a los hijos de Israel, pero esto no fue lo único que cualificó a Moisés. Él había buscado cumplir la voluntad de Dios con su propia habilidad y entendimiento pero había fracasado por completo y tuvo que huir al desierto.
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.” Éxodo3:1
“Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza.” Hechos 7:30
“Y Moisés dijo: iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés¡ y él respondió: Heme aquí.” Éxodo 3:3-4
Moisés permanecía moviéndose hacia la montaña de Dios debido a que tenía un intenso deseo de servir al Señor. En la esterilidad del desierto finalmente pudo notar la “zarza” que ardía pero que no se consumía, y se volvió, para ver porque ardía permanentemente.
Mientras Moisés estuvo ante la manifiesta gloria Shekinah de la zarza que ardía, toda su ambición anterior se derritió y se desapareció. Su propia elocuencia fue remplazada por las palabras que el Señor le habló personalmente. Él compró “el oro refinado en fuego” de una visitación actual y estaba listo para obedecer plenamente al Señor.
Desde la “palabra ardiente” que el Señor le habló a Moisés vino la impartición y la unción que lo capacitaría para guiar a los hijos de Israel a libertad de su esclavitud. Entonces, aquél Moisés que había sido poderoso y elocuente en palabras y en obras, hablaría al Señor diciendo:
“….!Ay, Señor¡ nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.” Éxodo 10:4
Él estaba diciendo al Señor: “En el pasado, hablé precipitadamente y actué sobre lo que pensaba que era tu palabra, pero he aprendido que esto no funciona. Ahora, a menos que tú hables, no tengo nada que decir. Ahora sólo hablaré tus palabras.”
Anteriormente Moisés había huido del Faraón pero cuando Moisés expuso las “palabras ungidas del Señor” el Faraón fue sacudido. El rechazo del Faraón a esa palabra enviada por el Señor, hiso que todo Egipto temblara hasta que el pueblo de Dios salió de Egipto en una poderosa liberación.
En nuestros días, cuando muchos son como Moisés: “poderosos en palabras y en obras,” el Señor está buscando por aquellos a quienes Él pueda llevar a través de un proceso de reducción para que sólo hablen Sus palabras. Él está buscando por aquello que pueden voltear a ver, cuando reconocen Su presencia ardiente.
Para aquellos que tienen un “oído para oír” hay una “búsqueda de Su presencia” que está disponible la cual trasciende todo lo que antes ha sido descubierto u obtenido en el pasado.
El Señor está preguntando: “Estás dispuesto a volverte para estar delante de mi presencia en la zarza que arde de una visitación actual para escuchar una palabra para el día de hoy?
Si respondemos, no será necesario que venga el hambre ya que recibiremos la “palabra ungida de liberación.” Que el Señor traerá a su pueblo a la tierra que fluye leche y miel.