Wade E Taylor
“Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas, todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.” (Salmo 42:7)
“Un abismo llama otro.” Nuestro Señor es un Dios que busca cierta clase de satisfacción que sólo puede ser hallada en nosotros: en nuestra adoración y nuestros tiempos de compañía con Él. Fuimos creados para este propósito pero este fue estropeado por la transgresión de Adán.
“A la voz de tus cascadas.” Nuestra respuesta inicial puede parecernos como un “ruido” pero en la medida que continuemos adorando al Señor y dedicando tiempo en compañía con Él, se convertirá en una “canción.”
“Jehová es mi fuerza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios y lo alabaré, Dios de mi padre, y lo enalteceré.” Éxodo 15:2
Si somos pacientes y no nos desanimamos, seremos sumergidos en Su presencia: “Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.” Cuando vivimos esta clase de experiencia es porque ya no estamos en control de nuestra vida. Otros notarán el cambio en nosotros y preguntarán
Quién es esta que sube del desierto recostada sobre su amado? Cantar de Los Cantares 8:5
Todo esto comienza con nuestra respuesta al clamor que viene desde el fondo del corazón del Señor: “Un abismo llama a otro.” Para que podamos responder adecuadamente debemos hacernos espiritualmente hambrientos.
“Atráeme, en pos de tí correremos. El rey me ha metido entre sus cámaras.” Cantar de Los Cantares: 1:4
Esta oración: “Atráeme” se refiere a nuestra hambre espiritual. Este es el requerimiento más importante que jamás hayamos puesto delante del Señor. Si no tenemos hambre espiritual nuestros intereses se fijarán en propósitos terrenales y vamos a buscar satisfacción sólo en estos.
El ministerio puede alimentar el hambre, pero sólo el Señor puede crear hambre espiritual. Esta oración para que nos hagamos espiritualmente hambrientos será efectiva sólo después de que nos comprometamos a responder al Señor: “Correremos en pos de ti.” La consecuencia de todo esto será que la palabra escrita se convertirá en una realidad y experiencia presente.
Así, debemos determinar firmemente que vamos a buscar una relación estrecha con el Señor. Cuando Él responde a nuestra oración y comienza a atraernos hacia Él mismo, todas nuestras otras necesidades vendrán a su lugar y orden apropiados.
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia; y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:33
El mayor privilegio y la bendición más grande que podemos tener es poder experimentar al Señor haciéndose activo en nuestra experiencia de vida espiritual y que progresivamente nos guie hacia nuestra oración “en lo secreto” dónde podemos experimentar tiempos de comunión personal con Él.
“Le prepararé una habitación.” Es solo aquí al interior de ese lugar donde apartamos tiempo de comunión con Él que seremos capaces de dar expresión a nuestro deseo de conocer y experimentar al propio Señor. Es aquí que comenzaremos a conocer personalmente a Jesús y hallaremos satisfacción que siempre habíamos anhelado. Es aquí que Él nos compartirá Sus secretos e impartirá en nosotros el entendimiento de Sus caminos.
Esto no pasará de un momento a otro o en un solo paso ya que nuestra primera respuesta al Señor usualmente será “egocéntrica”
“Mi amado es mío…….” Cantar de Los Cantares 2:16
Tendemos a buscar al Señor por lo que Él puede hacer por nosotros. El Señor sabe esto, pero pacientemente obra en nuestro interior para poder llevarnos más lejos.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Efesios 2:10
En consecuencia, Él comienza por revelarnos nuestra actual condición y necesidad espiritual. Después que Él ha obtenido la liberación y corrección que necesitábamos, vamos a comenzar a buscar al Señor mismo.
“Yo soy de mi amado-..” Cantar de Los Cantares 6:3
En esta etapa ya podemos poner de primero nuestra confianza en el Señor, aunque mucho de nuestra búsqueda egocéntrica permanece aún intacta.
“!Oh, si él me besara con besos de su boca¡ Porque mejores son tus amores que el vino. A más del olor de tus suaves ungüentos, tu nombre es como ungüento derramado.” Cantar de Los Cantares: 1:2-3
Note que ahora estamos diciendo al Señor que lo amamos por todo lo que Él nos ha dado. Estamos diciendo: “Te amo porque disfruto tus bendiciones.” Pero de nuevo, el Señor busca llevarnos más allá de nuestro egocentrismo y continúa Su obra en nosotros hasta que podemos ver nuestra necesidad y la confesamos al Señor.
“No reparéis en que soy morena, porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí: me pusieron a guardar las viñas; y mi viña que era mía, no guardé.” Cantar de Los Cantares 1:6
Nos damos cuenta de que hemos trabajado muy duro para el Señor, aún al calor del día, de modo que hemos venido a estar consumidos “sofocados.” Pero hemos ignorado el “profundo clamor” del Señor y hemos descuidado nuestra relación y tiempos de comunión “con” Él. El Señor pacientemente hace que nos demos cuenta que esto no puede producir lo que estamos buscando.
En consecuencia, Él permite que nuestras circunstancias se vuelvan un problema para nosotros lo cual hará que los “los hijos de mi madre” (aquellos cercanos a nosotros) estén airados con nosotros. Todas las cosas de que habíamos dependido de pronto se han convertido en nuestro enemigo. Ahora nos damos cuenta de que debemos tener al Señor mismo y clamamos por esa satisfacción.
“Hazme saber, oh, tú a quien ama mi alma, dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía; Pues ¿Por qué había de estar yo como errante Junto a los rebaños de tus compañeros? Cantar de Los Cantares 1:7
Finalmente, descubrimos que no podemos estar más satisfechos con sólo tomar de la bendición que fluye de otros o alimentarnos con el testimonio o la experiencia de otro y comenzamos a buscar al mismo Señor. Inmediatamente el Señor responde:
“Si tú no sabes, oh Hermosa entre las mujeres, ve sigue las huellas de tu rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.” Cantar de Los Cantares: 1:8
El Señor nos está diciendo que deberíamos encontrar a alguien quien tiene una relación personal y activa con Él para que nos pueda guiar al mismo Señor. Es muy importante que podamos estar bajo un ministerio ungido, un ministerio centrado en Cristo.
Entonces habrá un cambio completo en nuestra expresión ya que la meta por la cual buscamos es el mismo Señor.
“Yo soy de mi amado y conmigo tiene su contentamiento.” Cantar de Los Cantares 7:10
En este punto he venido de la experiencia de la salvación en la que había estado satisfecho por haber escapado del castigo eterno, a una relación en la cual he entregado mi vida a Jesús. En tanto que anhele por Su comunión conmigo, Él puede decirme:
“Ven Oh Amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas. Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si brotan las vides, si están en cierne, si han florecido los granados; allí te daré mis amores.” Cantar de Los Cantares 7:11-12
Sólo seremos enviados después de que hayamos venido primero a Él. Es después de estar con Él que hallaremos todo lo que habíamos anhelado mientras que respondemos al profundo clamor (abismo) del Señor: “Allí te daré mis amores.”