por Wade E Taylor
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.” Apocalipsis 3.22
Jesús no se estaba refiriendo a nuestra habilidad natural para oír sino a nuestro “oído espiritual interno,” a través del cual recibimos la palabra “ungida” de Dios. Debido a que nuestro oído espiritual es tremendamente importante, esta palabra referente al escuchar con el espíritu es repetidamente anunciada en cada uno de los mensajes a las siete iglesias.
“Pero Dios nos las reveló a nosotros por Su Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña aun las cosas más profundas de Dios, …Pero nosotros no hemos recibido el espíritu el mundo, sino el espíritu de Dios para que sepamos las cosas que Él nos ha concedido…… Porque ¿Quién conoció la mente del Señor, ¿quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Corintios 2:10,12,16
La palabra “Cristo” se refiere primordialmente a alguien que es “ungido” (Jesús), y en segundo lugar a la “unción” o aquellos que son ungidos. La unción nos capacita para tomar parte en el reino de lo espiritual (hemos recibido el Espíritu de Dios). Cuando somos ungidos o estamos en una atmósfera de la unción, podemos escuchar con entendimiento el significado profundo de la Palabra de Dios (tenemos la mente de Cristo).
“… hay un cuerpo natural, y hay un cuerpo espiritual” 1 Corintios 15:44
Nuestra estatura física se relaciona directamente con nuestra edad física. Sin embargo, si pudiéramos mover visiblemente nuestro cuerpo espiritual a la par de nuestro ser físico, habría una gran diferencia.
Tenemos sentidos físicos que pueden ser desarrollados mucho mejor y esto nos puede capacitar para relacionarnos con el mundo físico en el cual vivimos. Del mismo modo, tenemos un cuerpo espiritual con sentidos espirituales que también pueden ser desarrollados y que nos capacitarán para relacionarnos con el reino de espiritual.
“El que tiene oídos para oír, oiga.” Mateo 13:9
Nuestra edad espiritual no tiene ninguna relación con nuestra edad física, pues en el tiempo de nuestra salvación nos convertimos en bebés espirituales, luego, somos adultos, físicamente y bebés espirituales al mismo tiempo.
“Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.” 1 Pedro 2:2
La calidad de nuestra vida física se relaciona directamente con la alimentación y los cuidados que recibimos. Así también cuando nos hacemos espirituales debemos ser nutridos y edificados espiritualmente. En la medida que invirtamos en el desarrollo de nuestra vida espiritual, creceremos espiritualmente.
Si solo recibimos la palabra de Dios intelectualmente, (por nuestro oído natural), nuestro ser físico será edificado pero nuestro espíritu no será alimentado. Para que nuestro espíritu sea alimentado y edificado debe haber medios (nuestro oído espiritual), para que recibamos la Palabra de Dios en lo más profundo de nuestro ser.
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” Juan 3:6
Para que el ministerio de la Palabra se convierta en alimento espiritual, este debe venir de la presencia del Señor a través de un ministerio ungido y también requiere que tengamos un corazón abierto y receptividad de espíritu para recibir.
“Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra.” Isaías 1:19
En 1950, en la mañana de un Domingo durante un servicio, yo meditaba acerca de la realidad de Dios. Yo sentía que no había Dios pues durante ese servicio no había nada que indicara la presencia o la realidad de Dios.
Una semana más tarde yo deambulaba (por designio divino), buscando una iglesia por la plenitud del evangelio y encontré al eterno “YO SOY” y mi vida fue transformada. Ese domingo en la noche, un hombre de seis pies se convirtió en un bebé espiritual.
“Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio,……..hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” Efesios 4:11-13
Desde ese tiempo, he crecido gradualmente a la “medida de la estatura de la plenitud” del Señor Jesucristo. Él es un adulto maduro. Yo me encuentro en algún lugar entre ser un bebé espiritual y la plenitud de un adulto que ha crecido espiritualmente.
“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” Lucas 2:52
En el juicio final, cada uno de nosotros estaremos delante de Jesús y seremos “medidos” en comparación a su estatura.
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, (creció en madurez espiritual a través de la experiencia de vida) vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen.” Hebreos 5:8-9
La intención y la carga del Señor es llevarnos hacia la madurez espiritual.
“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” Romanos 8:9
Este pasaje habla de hijos maduros no de niños pequeños. El Señor espera pacientemente porque Su cuerpo crezca. El alimento que nos capacita para crecer es recibido a través de la palabra ungida de Dios. Si comemos “buen alimento” creceremos más rápido, por tanto, es muy importante que nos sentemos bajo el ministerio de la Palabra ungida. En la medida en que esta palabra ungida es despertada dentro de nosotros, vamos a recibir una impartición de “espíritu y vida” y vamos a crecer en la “plenitud de su estatura”.
Si permanecemos en una iglesia en dónde no hay un ministerio ungido sino que vamos allí porque nuestros amigos o familiares están allí, no vamos a recibir alimento espiritual y permaneceremos como bebés (sin embargo por un designio divino podemos estar allí no para recibir, sino para dar).
En el día de nuestra salvación recibimos las facultades espirituales que vamos a necesitar. Es nuestra responsabilidad desarrollar esas facultades dedicando tiempo de cualidad con el Señor y por cultivarlas mediante su uso.
“El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán.” Isaías 40: 29,31
“Esperar en el Señor” significa que esperamos activamente en Su presencia (nos hacemos aparte y permanecemos quietos y en silencio y esperamos en una actitud de expectativa y adoración) hasta que toda actividad terrenal cesa y somos levantados a la esfera del reino espiritual en el que nuestro ser espiritual es edificado y desarrollado.
“Luego tomará el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás.” Éxodo 29:7
Jesucristo, el ungido es la cabeza de muchos miembros del cuerpo. Cuando somos puestos en Su cuerpo (ubicación divina), el aceite (unción) de la cabeza fluirá y recibiremos esta unción. El aceite siempre es derramado sobre la cabeza y siempre fluye hacia abajo. Si de alguna manera estamos desunidos o separados de otros miembros, entonces nos habremos movido del fluir de la unción, el aceite, (la unción) nos sobrepasará y habremos perdido nuestra porción espiritual.
“Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” Efesios 4:15-16
“Según la actividad propia de cada miembro” significa que cada uno de nosotros tiene parte muy importante en liberar la unción. Esta “edificación” viene como resultado de la unción. Cuando las palabras son ungidas se hacen espirituales.
Hay una “traslación” desde un plano a otro y la misma palabra que es terrenal se convierte en espiritual. Jesús dijo:
“El Espíritu es el que da vida, la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida.” Juan 6:63
Las palabras conllevan imágenes, si decimos la palabra “cámara,” inmediatamente, tenemos la imagen de una cámara. Si decimos la palabra “caballo” la imagen cambiará. Jesús dijo que sus palabras eran “Espíritu y Vida,” en sus palabras no había imágenes. El valor que había en sus palabras era la impartición de vida espiritual al espíritu, que luego se mueven hacia el entendimiento.
El vehículo para lograr esta traslación del plano de la letra de la palabra hacia un plano más alto, al reino del espíritu y la vida, es el poder de la palabra ungida.
Que cada uno de nosotros tome muy en serio la necesidad de desarrollar nuestro oído espiritual. Para hacer esto necesitamos lo siguiente:
1.- Aparte tiempo de calidad para “esperar en Jesús”
2.- En actitud anticipada de adoración, pida al Señor que le incremente su habilidad para escuchar espiritualmente. Luego, dele permio para remover de usted cualquier cosa que pueda ser un impedimento.
3.- Entonces, espere en Su presencia creyendo con expectativa que su oído espiritual mejorará y que percibirá más claramente Su presencia y oirá mejor Su voz.