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Paciencia Para Esperar por el Señor

Wade E Taylor

El propósito de la  Palabra escrita de Dios no sólo es recordarnos una historia pasada sino guiarnos a una relación presente y activa con el Señor y también es una admonición para capacitarnos a aprender los “caminos” del Señor

Jacob:

Cuando nacieron Jacob y Esaú, su madre recibió una palabra según la cual el mayor serviría al menor, lo cual  era contrario a la cultura de la época. Más tarde, esto le fue a dicho a Jacob y él ponderaba acerca de cómo iba a pasar esto. El tiempo vino cuando Esaú regresaba luego de una jornada de cacería y tenía mucha hambre. Jacob entre tanto había preparado un guiso y Esaú le pidió por algo de este.

 “Dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu progenitura.” Génesis 25: 30-31

Esaú respondió  y dijo: “He aquí yo me voy a morir y de ¿qué provecho me será esta primogenitura? (Génesis 25:32). En efecto, Esaú dijo “¿Qué de bueno tiene la promesa de Dios cuando estoy con hambre?” y vendió su primogenitura a Jacob.

Luego Esaú se dio cuenta de lo que había hecho y trató de matar a Jacob quien se vio obligado a huir pero muchos años después tuvo que enfrentar una situación similar. Jacob estaba retornando a su hogar con sus dos esposas y supo que Esaú venía a su encuentro con cuatrocientos hombres armados.

Siendo un maquinador (Jacob significa engañador, maquinador), Jacob ideo un plan, y pensó: “Enviaré a mi segunda esposa, esperare, antes de enviar a Esaú a los demás. Si Esaú consume lo primero, tomaré lo mejor y huiré.” Entonces él envió a Esaú al primer grupo y comenzó a observar. Entonces Jesús apareció en una forma angelical y luchó con Jacob y en un momento crítico dijo: “Déjame ir porque el día amanece.” Jacob pudo haber contestado: “Continuaremos mañana ya que estoy próximo a perderlo todo.”

En lugar de esto, Jacob dijo: “No te dejaré ir a menos que me bendigas.” (Génesis 32:26). Afortunadamente Jacob había aprendido, entonces el Señor dijo de inmediato: “¿Cuál es tu nombre?” (Génesis 32:27). En los tiempos de Jacob los nombres que se asignaban a las personas indicaban una cualidad del carácter. Jacob contestó: “Jacob” (Soy un engañador). Entonces el Señor dijo, “No se dirá más tu nombre Jacob sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.” (Génesis 32:28)

Jacob debía haber esperado para que el Señor cumpliera la promesa de que Esaú le serviría, pero no hizo así sino que procuró obtener que esa promesa se cumpliera a su propia manera. No obstante el fracaso de  Jacob,  el Señor usó esa experiencia fallida para tratar con su naturaleza y llevarlo a un punto de victoria.

Hoy:

El Señor puede traer muchas circunstancias o cosas a nuestras vidas con el fin de prepararnos para el cumplimiento de la promesa que nos ha dado. Esos tratos son correctivos, puesto que el Señor desea edificarnos y ejecutar sus propósitos sobre un fundamento firme. En consecuencia, debe haber una corrección sobre nuestros errores pasados lo cual hará que reconozcamos nuestra verdadera necesidad. (Tener un ojo sencillo hacia el Señor, en total dependencia de Él).

Moisés:

La vida de Moisés fue preservada cuando fue abandonado en el río. La hija del faraón lo encontró y lo llevó al palacio para cuidarlo. En algún punto de este tiempo, Moisés recibió una palabra según la cual el Señor lo usaría para liberar a Israel de la esclavitud de Egipto.

“Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras. Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel, y al ver que era maltratado, lo defendió e hiriendo al egipcio vengó al oprimido.” Hechos 7:22-24

Cuando Moisés vio que un egipcio abusaba de un Israelita, él vengó a su hermano porque sabía que había sido llamado a traer libertad a Israel, sin embargo, Moisés procuró traer esa libertad por sus propios medios.

 “Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así…… al oír esta palabra, Moisés huyó…., pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza.” Hechos 7: 25,29,30

Moisés supo que estaba llamado a libertar a Israel, pero mientras llegaba ese tiempo, el cuidaba de las ovejas de Jetro, su suegro, y las guiaba hacia la montaña de Dios. Él estaba muy lejos del lugar donde debía estar pero en ningún momento dijo algo como: “Señor, si esta es la manera como me vas a tratar a mí, renuncio. Han pasado cuarenta años y la promesa aún no se ha cumplido.”

Cuando el ángel del Señor apareció ante Moisés en una llama de fuego en medio de la zarza, Moisés dijo, “Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.” (Éxodo 3:3)

Nosotros podemos decir que estamos esperando por el Señor pero hay una mejor declaración y es: “El Señor está esperando por nosotros.” A Moisés le tomó  cuarenta años el llegar al fin de su propia habilidad y volverse a estar en la presencia del Señor para recibir Su gracia y habilidad.

  “Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: Moisés, Moisés¡ Y él respondió: Heme aquí.”

La expresión del Señor: “Moisés, Moisés” revela un plano mucho más alto de relación (doble porción). Cuando el Señor dijo, “Quita tu calzado de tus pies,” estaba diciendo en efecto, “Moisés no irás más en los caminos que caminaste en el pasado. Ahora, voy a tomar control y te guiaré soberanamente.”

Israel:

Cuando Israel salió de Egipto recibió la promesa de recibir una tierra que fluía leche y miel, pero ellos no estuvieron dispuestos a esperar, actuaron en su propia fuerza y se quedaron cortos de la promesa. Luego se dedicaron a cuestionar a Dios y Su veracidad porque la promesa no se había cumplido.

“¿Por qué dices, Oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está Escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? Isaías 40:27

Hoy:

Los que han sido llamados para los propósitos de los últimos tiempos del Señor también tienen una promesa:

 “Pero los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas…..” Isaías 40:31

Esperamos “en” el Señor para que podamos tener la fuerza para esperar “por” el Señor. Mientras esperamos somos tocados por Su presencia y somos animados para poder esperar aún más por el cumplimiento de Su propósito.

“Desead, como niños recién nacidos, la leche spiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado (la palabra escrita convertida en un palabra experimental) la benignidad del Señor.” 1 Pedro 2:2-3

Hemos sido llamados a un nivel más alto de relación con el Señor. Esta promesa se convertirá en una realidad personal en nuestras vidas pero debemos esperar el tiempo del Señor y Su manera para que esto acontezca.

“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa.” 1 Pedro 2:4

Tenemos la promesa de un empoderamiento y una capacitación espiritual puesto que Jesús va a venir para ser glorificado a través de nosotros (Parousia). En muchos sentidos podemos aparecer como débiles pero el Señor está haciendo en nosotros una obra poderosa que está oculta. Un versículo clave referente a los propósitos de Dios en este tiempo es Hechos 1:8 “Pero recibiréis poder después de que el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros….” Traducción literal King James Version)

¿Después de qué?  Después de que hayamos esperado por el tiempo señalado. La palabra “después” nos dice que hay un tiempo de preparación.

“Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.” 1 Corintios 2:7,10,12,13

El cumplimiento de la “promesa” que hemos recibido puede demorarse mas allá de lo que el Señor inicialmente se propuso.

Fue un día en el año de 1959 cuando de repente,  me vi en el cielo delante de Dios sentado en Su trono.  Yo no podía ver ninguna otra cosa más ya que estaba cegado por la gloria pero sabía que estaba delante de Él. Olas de luz venían a mi izquierda, una tras otra y al mismo tiempo recibí una promesa de que el Señor me daría un lugar y un ministerio para preparar a los que Él estaba llamando aparte para Sí mismo para Sus propósitos de los tiempos finales.

Tal como Jacob, yo busqué mis modos para que esto aconteciera y como aconteció con Moisés esto no pasó en la manera como yo pensaba. Pasé mucho tiempo preguntando, “¿Señor realmente esto es tuyo?”  ¿Cómo? ¿Dónde? Y cuando realmente pasó yo no estaba listo y me quedé corto con respecto a la intención del Señor. Ahora, en este tiempo, la promesa está próxima a cumplirse tal como el Señor se propuso. En principio yo no quería esperar pero ahora he aprendido a “esperar en el Señor” por el cumplimiento de sus promesas.

David:

David recibió una promesa del profeta Natán.

 “Conforme a todas estas palabras, y conforme toda esta visión, así habló Natán a David.” 1 Crónicas 17:15

Luego, cuando David recibió otra palabra de confirmación a través de Samuel al tiempo que era ordenado. ¿Qué hizo David?

 “Y entró el rey David y estuvo delante de Jehová, y dijo: Jehová Dios, ¿quién soy yo, y cuál es mi casa, para que me hayas traído hasta este lugar? 1 Crónicas 17:16

Más tarde, mientras David servía fielmente a Saúl cuando este estaba en el trono de Israel, David imaginó lo que sería cuando  él se sentara en su trono, entonces, Saúl le arrojó una jabalina y ordenó matarlo. David huyó y se escondió en una cueva oscura. En este lugar de intensa presión David dijo:

“El Señor es mi luz y mi salvación, de quién temeré…? Una cosa he demandado a Jehová esta buscaré, que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida….” Salmo 27: 1,4

De pronto, el trono no tuvo ningún valor para David mientras estuvo escondido por temor a perder su vida. Esta “cueva” se convirtió entonces en “la casa del Señor” en tanto que David era reducido a una completa dependencia del Señor. Fue después de esta experiencia que David estuvo calificado para sentarse en el trono de Israel.

Cuando el tiempo se completó, el Señor removió a Saúl y David se convirtió en rey. A diferencia de Jacob y Moisés, David esperó y el Señor abrió para él la puerta del trono en el tiempo apropiado.

Una palabra para hoy:

Muchos de nosotros tenemos una promesa que no se ha cumplido. Estamos viviendo los tiempos finales en los que esas promesas serán realizadas por el Señor. Nuestra parte es reconocer Su voz y Su presencia, en la medida en que respondamos el Señor responderá a nuestra respuesta.

A veces he tenido la sensación de estar sobre una pasarela  con algo diciéndome que caminaba hacia el final. He estado allí varias veces y en cada vez el Señor estaba justo allí mientras yo caía en Sus brazos que me esperaban. La caída se convertía en un ascenso.

El resultado de esta experiencia de venir al fin total de cualquier habilidad que yo pensaba que tenía fue que luego me encontraba en un mejor lugar y posición que antes. Esto ocurrió  por la intervención directa del Señor cuando lo ponía  a Él de primero y rechazaba hacer un camino por mí mismo.

“Esperar pacientemente” es una verdadera obra de fe que no es fácilmente reconocida. Sólo una vida de fe nos puede capacitar para hacer esa obra para el Señor. Nadie puede esperar pacientemente como Dios. Si vamos a ser uno con Él debemos convertirnos en personas que “esperamos pacientemente.”

“Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas.” El Señor está esperando por nosotros. Cuando comenzamos a confiar en Él y hacemos a un lado nuestros intentos para labrar nuestro propio destino  y nos ponemos en su mano, Él nos llevará hasta el final.

Entonces descubriremos que lo que Él tiene para nosotros es mucho mejor que cualquier otra cosa que podríamos haber hecho por nosotros mismo.