by Wade E Taylor
“A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de los muertos.” Filipenses 3: 30-11
Debemos guardar nuestro espíritu de las actitudes y las cosas que estorban la “calidad” de nuestro espíritu. Cuando descuidamos valorar y mantener Su presencia en nuestra vida diaria, gradualmente iremos perdiendo nuestro interés en la comunión diaria con el Señor. Nuestro entendimiento de los principios espirituales se nublará y se deteriorará y seremos robados de lo mejor de Él para nosotros.
Los pensamientos o cosas negativas consumirán gradualmente el progreso que hemos hecho en pos de la madurez espiritual. Cualquier sensibilidad espiritual que se haya desarrollado en nuestro interior se hará aburrida y cuando comenzaremos a sentir que el Señor está distante y que no está más interesado en nosotros.
Si vamos a ser sinceros en nuestros deseos por lo mejor de Él, todos los apegos y relaciones que no son compatibles con Su voluntad y propósito para nosotros o que no mejoren sus tratos en nosotros deben ser traídos a la cruz y dejados allí. Sólo entonces seremos establecidos sobre un fundamento firme y capaz de cultivar una activa y permanente amistad con Jesús.
En la medida en que continuemos en nuestros tiempos de comunión diaria con el Señor, nuestra percepción de las cosas espirituales incrementará. Tendremos un creciente deseo y habilidad para responder y valorar Su permanente presencia y su obra para traernos a lo mejor de Él para nosotros.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10
Esas “buenas obras” son cosas o circunstancias que el Señor pone en nuestro camino diario de la vida y que están dispuestas para perfeccionarnos. La palabra “anduviésemos” nos dice que esos arreglos divinos son condicionales y que podemos eludirlos, pero si los hacemos habrá una pérdida eterna.
Considere la obra del Señor en la vida de David en su proceso de preparación para convertirse rey de Israel como reemplazo de Saúl. Breve tiempo después de ser ungido por Samuel para ser rey, David fue llevado al palacio para esperar a Saúl mientras este permanecía en su trono. Durante este tiempo, a menudo David pensó acerca del trono y todo lo que él podría lograr cuando fuera suyo.
Luego Saúl arrojó una jabalina a David y ordenó matarlo. Él huyó al desierto con el ejército de Saúl en pos suyo y se escondió en el fondo de una cueva. En la oscuridad de la cueva todos sus sueños e ideas con respecto al trono perdieron su significancia.
Mientras esas primeras cosas que tuvieron mucho significado para David comenzaron a morir, él sometió plenamente su vida al Señor y como nunca antes comenzó a observar al Señor mismo aparte de todas las cosas que Él pudiera hacer por él o darle. En la intensa presión de estas circunstancias y con una nueva visión y entendimiento de valores eternos, David expresó su ser interior al Señor:
“Una cosa he demandado a Jehová, esta buscare; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en Su templo.” Salmo 27:4
David había sido reducido a un “solo deseo.” Ahora el Señor era el primero en su vida. El “trono” que vino a él en la oscuridad de la cueva es el trono eterno del Rey de Reyes, ya no importaba el trono de Israel.
David fue preparado por el Señor para el trono de Israel mientras permaneció escondido en la oscuridad de la cueva. Ahora el Señor podría confiar en él en lugares de presión y no le fallaría al Señor.
Así como el señor tuvo una “cueva” esperando por David para que pudiera “estar listo” para el propósito superior que el Señor tenía para David, así mismo el Señor tiene una “cueva” para cada uno de nosotros, los que deseamos lo mejor del Señor. Nuestra cueva será totalmente diferente a la que tuvo David mientras huía, por tanto es importante que reconozcamos el método y las circunstancias de Sus tratos y que respondamos correctamente a ellos.
También vamos a cultivar un “ojo sencillo” hacia el Señor para poder estar listos y disponibles para el Señor y Sus propósitos. No necesitamos conocer cuáles son esos altos propósitos para hacer esto.
“De cierto os digo, que si no os volvéis y hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.” Mateo 18:3
Debemos reconocer que no podemos cumplir la voluntad de Dios con nuestra propia habilidad, también debemos reconocer nuestra insuficiencia a Él. Algunos de nosotros podemos tener una personalidad radiante y mucha habilidad, pero otros no. En cierto sentido estamos mucho mejor si no tenemos esas habilidades, así nos será más fácil “recostarnos” sobre el Señor en dependencia de Él.
Mientras María estaba sentada a los pies de Jesús, Martha protestaba por que ella no le ayudaba a preparar la comida para Jesús. Jesús respondió y le dijo a Marta:
“Marta, Marta afanada y turbada estas con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y maría ha escogido la buena parte, la cual no lo será quitada.” Lucas 10: 41-42
Deberíamos enfocar nuestra vida en el hecho singular de que el Señor tiene algo específico en mente para nosotros. Así como María se sentó a Sus pies en anticipación, así mismo vamos a esperar en el Señor por el desarrollo de las circunstancias que traerán la operación de Su propósito en nuestra experiencia de vida.
“Pero solo una cosa es necesaria; Y María ha escogido la buena parte.” Debemos olvidar el pasado, tanto nuestros éxitos como nuestros fracasos y escoger la buena parte. Esto significa que vamos a hacer esfuerzo por dedicar tiempo creciente en Su presencia. En fe y expectativa, hacemos lugar para que Jesús traiga a las circunstancias de nuestra vida todo lo que Él tiene para nosotros y luego en obediencia cooperamos con él en cualquier cosa que Él pueda hacer.
“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallecer, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Isaías 40:28-29
No importa cuántas buenas intenciones podamos tener hoy en día, en breve, estaremos cansados, desanimados y desgastados. Entonces comenzaremos a dudar de cada cosa por la que tuvimos entusiasmados.
“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Isaías 40:31
Nuestra vida devocional no es sólo una cosa que deberíamos hacer porque entendemos que deberíamos dedicar tiempo al Señor, en realidad es mucho más que eso. Incluye no sólo la comunión y compañerismo con Él, sino también la impartición de una visión renovada y fuerza espiritual en nuestro interior.
Mientras esperamos en Su presencia, podemos no ver o sentir todo lo que está teniendo lugar, pero en tanto que “prosigamos a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús,” gradualmente nos haremos conscientes de que hemos mucho progreso espiritual.
No permitamos que el enemigo nos robe, en lugar de busquemos esta singularidad de visión.
“Una sola cosa he demandado del Señor, que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová y para inquirir en su templo.” Salmo 27: 4