por Wade E Taylor
Hay una necesidad urgente por aquellos que escuchan de Dios y que luego hablan sólo lo que han escuchado. Cada uno de nosotros quienes deseamos, sinceramente, ser usados por el Señor deberíamos buscar con diligencia hacernos “proféticos” (la voz de uno que clama).
“Él dijo, Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: enderezad el camino del Señor.” Juan 1:23
Ser proféticos significa algo más que tener capacidad para profetizar, tiene que ver con una permanente habilidad profética que se refiere a la habilidad para escuchar la palabra de revelación del Señor y para responder como Él dirige.
Junto con esta habilidad profética permanente, está el “don de profecía,” que también deberíamos desear y buscar diligentemente.
“Porque podéis profetizar todos, uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean confortados. 1ª Corintios 14:31
Algunos dicen que no deberíamos buscar los dones, sino al Dador. Sin embargo, la Palabra dice diferente, debemos buscar a los dos:
“Procurad, pues los dones mejores, más yo os mostraré un camino aún más excelente.” 1ª Corintios 12:31
El antiguo testamento nos dice que “no codiciaras,” (Éxodo 20:17), pero referente a los dones, el Nuevo Testamento nos instruye a “desearlos ardientemente.” Luego debemos buscarlos con intenso deseo y celo para usarlos.
“El “camino más excelente” no significa que haya algo mucho mejor que los dones. Esto debería ser una “cosa” más excelente. El significado de la expresión “un camino más excelente” es la manera con la cual usamos los dones. El don profético debe ser usado en amor, sin buscar ninguna ganancia o reconocimiento personal. Aquellos que buscan una ofrenda o un retorno por una palabra profética agravian al Señor, esto es totalmente anti escritural.
Junto con nuestro “anhelo” de hacernos proféticos, también deberíamos hacernos disponibles para el Señor y poder ser Su Voz. Estamos viviendo el tiempo del cierre de la era de la iglesia y el nacimiento de la era del Reino en el que todo lo que Jesús hizo en un solo cuerpo durante su primera venida, será hecho de nuevo a través de un cuerpo corporativo.
En este tiempo presente, hay una necesidad urgente por un Juan el Bautista Corporativo. Por tanto, hay quienes están siendo “embarazados,” con el deseo de entrar en una relación profética con el Señor, permanente y cooperativa.
Aquellos que están respondiendo a la obra de esta permanente capacitación profética tendrán una parte con el Señor en el cierre de la era de la Iglesia, en los juicios venideros sobre las naciones y el nacimiento de la era del Reino.
Debemos ser ungidos en cada área del ministerio para ser efectivos. Esta “unción” es la habilidad para comunicar y ser productivo en el reino del Espíritu. Si somos ungidos, cualquier cosa que hagamos la haremos mejor. Sin embargo esto es algo que no ocurre de repente sino que debemos desear, anhelar, ya que es un don del Señor.
Ser proféticos se relaciona con los talentos que el Señor nos da que son varios y diferentes en nuestra composición y habilidades. Bien que sean cinco, dos o uno (Mateo 25:14-30), esos talentos son “herramientas” espirituales que son dadas para ayudarnos a cumplir el propósito del Señor. Esos dones incrementarán en calidad y efectividad en la medida en que los usemos.
Esto incluye la unción que nos ha sido dada para la operación de esos dones. Los que emplean o usan esos dones (talentos) que han recibido serán recompensados, sólo el que retiene su talento, por el temor, será juzgado.
“Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo, el Señor le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.” Mateo 25: 24-26
Hay una guerra activa contra aquellos quienes se han hecho proféticos debido a su efectividad. El enemigo es rápido en decirnos que es egoísmo buscar para nosotros mismos y que en lugar de esto deberíamos estar muy ocupados haciendo algo para otros. Sin embargo, debemos considerar que no podemos dar de lo que no tenemos. Debemos resistir al enemigo y también dedicar tiempo de calidad en la presencia del Señor.
Hubo diez vírgenes que recibieron “dones” del Señor. Cada una de ellas tomó su lámpara (sus dones) y los hicieron relucir, pero sólo cinco buscaron mantener e incrementar esos dones (aceite, la permanente habilidad profética).
Tenemos una parte en la cualidad de lo que compartimos o ministramos. “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras.” (Efesios 2:10). Esas buenas obras son aquellas cosas que nos equiparán para funcionar adecuadamente en todo lo que el Señor busca lograr a través nuestro.
Debido a que el Señor demoraba en su venida, las vírgenes necias no mantuvieron el suministro de aceite y fueron a comprarlo. Cuando el tiempo vino para que fueran levantadas al lugar de la autoridad espiritual (Apocalipsis 19:5), las necias no estaban listas. La palabra nos dice que debemos “desear ardientemente” los dones. Esto significa que vamos “a ir por más.”
Para hacer esto, debemos apartar tiempo para esperar en el Señor. En la medida en que dediquemos tiempo en Su presencia, el nivel de nuestro aceite (dones y unción) incrementará sustancialmente.
Muchos son llamados, pero pocos pagarán el precio de dedicar calidad de tiempo esperando en el Señor, para ser escogidos. En consecuencia, debemos guardar nuestros espíritus para mantener una apertura o sensibilidad a la presencia y a la voz del Señor.
La intención del Señor es que seamos debidamente equipados (hacernos proféticos), para ser efectivos en la ejecución de Sus propósitos.
En consecuencia, demos buscar y valorar grandemente que seamos puestos en el lugar donde estamos disponibles para ser usados por el Señor.