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Mantener Nuestra Espiritualidad

Wade E. Taylor

 “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria.” 1 Corintios 2:7

El don más grande y la mayor bendición que podemos tener es nuestra sensibilidad y hambre espiritual.

A menos que mantengamos un tiempo diario y activo de comunión y compañerismo con nuestro Señor, tanto esa  “hambre” como la unción que nos capacita para descubrir  y entender los niveles más profundos de revelación de la Palabra de Dios, gradualmente se desvanecerán hasta que quedamos en esterilidad espiritual.

  “Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas.” Isaías 40:30-31

Para mantener nuestra espiritualidad es esencial es que apartemos tiempo y un lugar en el cual “esperamos en el Señor.” Mientras hacemos esto seremos “recargados” espiritualmente. Así como una batería se descarga por el uso y tiene que ser recargada, así también debemos asirnos del Señor para permitir que Su vida y poder fluyan de nuevo a nuestro ser.

 “Pero recibiréis poder después que haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos en Jerusalén, en Judea y en Samaria y hasta  lo último de la  tierra.” Hechos 1:8 (Traducción literal versión King James)

La palabra “después” nos dice que este “poder” es dado luego de que dedicamos tiempo en la presencia de nuestro Señor. En esos tiempos específicos en los que “esperamos en el Señor” recibiremos una “fuerza divina” que reemplazará nuestra debilidad humana. Esto hará que aumente nuestro amor por el mismo Señor y producirá en nosotros la unción que estimulará nuestro entendimiento y que nos capacitará para responder a la presencia y a los estímulos del Señor.

 “He aquí estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20

El énfasis está en nuestra habilidad para oír y en nuestra disponibilidad para responder. Se trata de oír a través del oído interno de nuestro espíritu.

“El que tiene oídos para oír que oiga.” Mateo 13:9

Esta habilidad para oír puede ser desarrollada y mejorada mientras esperamos en la presencia del  Señor.

“La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos dará a conocer Su pacto.”  Salmo 25:14

Esta palabra “temor” habla de una admiración reverencial o respeto que nos estimula a responder a Su presencia y a su voz y a “esperar en Él” con nuestra atención enfocada solamente en el Señor sin ninguna clase de distracción.

Es importante reconocer que funcionamos en dos niveles diferentes de vida.

 “Se siembra en cuerpo animal, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.” 1 Corintios 15:44

Lo “natural” o lo “espiritual,” uno u otro predominarán. En la medida en que nuestra vida espiritual aumente, nuestros deseos carnales disminuirán. La “fuerza” de esa vida espiritual o de los deseos carnales está determinada por las decisiones que tomamos, por las preferencias que tenemos; estas van nutrir nuestros pensamientos y nuestras acciones.

El nivel de nuestra espiritualidad es enormemente afectado por la cantidad de tiempo que dediquemos a “esperar en el Señor.” El tiempo en el que nos apartamos para elevar nuestra mirada hacia el Señor nunca debería ser de pasividad  sino un tiempo activo de espera en “anticipación” como alguien que vigila para ver quién entra a la habitación. Este tiempo debería incluir también un espacio de “adoración silenciosa” y de expresión de nuestro amor por el Señor.

 “Yo amo a los que me aman y me hallan los que temprano me buscan.. para hacer que los que me aman tengan su heredad y que yo llene sus tesoros.” Proverbios 8:17-21

En la medida en que expresamos nuestro amor por el Señor vendrá una respuesta de Él (Yo amo a los que me aman) que nos levantará a un nivel más elevado de comunión y de compañerismo con Él. Mientras miramos a Jesús en una actitud de recibir, la “heredad” o substancia de Su ser fluirá a nosotros para cambiarnos a Su imagen y semejanza.

En tanto que continuemos diariamente “esperando en el Señor” para recibir la impartición de vida y fuerza espiritual esenciales para nuestro bienestar, debe haber paralelamente, una crucifixión de nuestra vida natural y anímica. Esto se obtiene en la medida en que traigamos a la cruz todas las cosas que son contrarias a nuestro desarrollo espiritual y que buscan impedir o reemplazar nuestros tiempos para esperar delante del Señor.

A través de este proceso de crucifixión el Señor removerá las agitaciones y todo aquello que se opone contra nuestro tiempo para estar “quietos” delante del Señor. Debemos pasar a través de este tiempo de “procesamiento” antes de que seamos plenamente capaces de experimentar la impartición de la vida espiritual que el Señor desea hacer disponible para nosotros.

Nuestra habilidad para “esperar en el Señor” va a incrementar mientras “esperemos en el Señor.” Tan deseables como bien intencionadas puedan ser las relaciones con otros cristianos, estas nunca nutrirán o alimentar nuestra hambre espiritual.

Debe haber un levantamiento de nuestro ser en una relación “vertical” con el Señor, una venida íntima y personal del propio Señor como cuando viene una persona que desea ser conocida. Mientras “esperamos en Su presencia” Él mismo se hará conocer a nosotros y entonces, vamos a estar mejor capacitados para relacionarnos uno con otro.

Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta ora a tu padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo 6:6

Es muy importante que apartemos tiempos especiales en los que vamos a  estar absolutamente solos  con el Señor. “….Yo vendré a él y cenaré con él y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20)

Al “esperar en el Señor,” somos “estimulados” y “levantados” hacia el reino del Espíritu. Mientras esperamos, el Señor obra re-orientando nuestros deseos para crear en nosotros sensibilidad y apertura al “reino del Espíritu.” Este proceso de maduración espiritual puede verse impedido si nosotros obramos, pues entonces el Señor tiene que esperar. Es mucho más fácil trabajar para el Señor que venir aparte y estar quieto para poder esperar en Él.

En la medida en que nuestros sentidos se agudizan nos haremos mas responsivos al deseo del Señor por nuestra comunión y relación con nosotros y hacia Su deseo por la redención de la humanidad a través nuestro.

 “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejantes a él en su muerte.” Filipenses 3:10

Esta creciente sensibilidad spiritual que vamos a recibir a través de nuestros extensos tiempos de “espera en el Señor,” también harán que nos hagamos más sensibles al reino natural. Debemos aprender cómo llevar esa sensibilidad sin ninguna reacción o retaliación debido a lo que vemos o sentimos.

 “Quien es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envíe? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de Jehová que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye? Isaías 42:19-20 

Debido a la aguda sensibilidad spiritual que Jesús poseía, Él conocía los corazones de los hombres pero rechazó reaccionar acorde con las circunstancias. Él mantuvo Su posición en los lugares celestiales y sólo fue motivado conforme a  lo que Su Padre estaba diciendo y haciendo, no el hombre.

 “Mas lo spiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.” 1 Corintios 15:46

“Primero lo que es natural; y luego…” Debemos movernos en la fe que tenemos, no importa cuán limitada pueda ser y luego seremos levantados hacia el “reino del Espíritu” donde comenzaremos a movernos en lo que es espiritual.

En la medida en que continuemos “esperando en el Señor en expectativa” al tiempo pasaremos del reino natural al “reino del Espíritu” donde comenzaremos a movernos en lo que es espiritual. A veces quizá podamos “sentir” un poquito de Él o de Su presencia. Aún si aparentemente no sentimos nada mientras “esperamos” luego notaremos que esto ha afectado, de la mejor manera, todo lo que hagamos o digamos.

“Jehová El Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.” Isaías 50:4

Es esencial que apartemos tiempo en medio de las agendas que ocupan nuestras vidas para “esperar en el Señor.”

Si hacemos esto diariamente, nunca seremos decepcionados.