Skip to content

Las Llaves del Reino

Wade E Taylor

Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra en la tierra será desatado en los cielos.” Mateo 16:19

Este pasaje habla de que podemos tener la “llave” que abrirá la puerta de entrada para que poseamos la “autoridad del reino.” Esto nos capacitará para tener una parte con el Señor en la tarea de limpiar tanto los cielos como la tierra en preparación para el Reino Milenial que viene.

“And has made us to our God kings and priests: and we shall reign on the earth.”  Revelation 5:10

“Y nos has hecho para nuestros Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.” Apocalipsis 5:10

El aspecto concerniente al  “realeza” nos capacitará para afectar el reino terrenal por medio de nuestra obediencia. El aspecto concerniente a lo “sacerdotal” nos capacitará para afectar el reino celestial a través de nuestra adoración y comunión con el Señor.

“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro…” Apocalipsis 2:26

Estar listos para poder funcionar en la autoridad del reino en “ese día” significa que primero debe haber en nosotros una decisión presente de someter nuestra vida al Señor (vencer). Nunca seremos calificados para regir a otros si primero no nos hemos sometido a la divina autoridad gubernamental sobre nosotros.

Cuando Israel entró a la tierra prometida tenían la orden de matar a todos los habitantes de esa tierra. Los nombres de esas naciones pueden identificarse con “las obras de la carne,” por tanto, antes de que estemos listos para participar de la promesa de “reinar sobre la tierra” primeramente debemos matar a esos “habitantes” de nuestra tierra (carnalidad)

Esos habitantes que deben ser muertos están muy ocupados manifestándose en nosotros como las “obras de la carne.” Estas deben ser totalmente aniquiladas para que nos podamos convertir en la “habitación de Dios” (rol sacerdotal) y luego podamos “gobernar todas las naciones” (rol como reyes).

En nuestra experiencia espiritual debe haber tratos u operaciones del Espíritu Santo para producir la calidad necesaria de carácter que nos alistará para reinar con el Señor en ese día.

El Señor debe poder confiar en nosotros para el uso que hagamos de esas “Llaves del Reino” que pueden descubrir y abrir la puerta que nos levantará a una relación de cooperación con Jesús que conducirá al establecimiento del Reino Milenial.

 “Yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre…..” Apocalipsis 3:20

El Señor puede caminar y atravesar cualquier puerta cerrada pero Él espera por una respuesta de nuestra parte antes de que pueda establecer una relación de Reino con nosotros. Por medio de la revelación profética (El Espíritu de la Profecía), Pedro identificó a Jesús como el Mesías y en consecuencia, recibió las Llaves del Reino.

El Señor está esperando por una acción de nuestra parte, Él está en la puerta, llamando y esperando para que usemos nuestra llave, (El Espíritu de la profecía), y abramos la puerta.

Hay una tarea que debemos hacer ahora la cual requiere que usemos esta Llave.

 “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creo. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread…..” Génesis 1:27-28

Jesús vino a Sus discípulos caminando sobre el agua. El maldijo a la higuera, e inmediatamente esta se secó. En Apocalipsis 3:21 el Señor dijo que vamos a vencer así como el venció. Si Jesús hubiese usado Su Deidad para hacer esas cosas, entonces tendríamos un problema ya que nosotros no somos deidad.

En lugar de usar Su Deidad, Jesús, como el “Postrer Adán,” venció plenamente y por tanto recibió el “dominio” que Adán había perdido. Siendo Jesús “una nueva creación”, usó de tal autoridad para caminar sobre el agua y maldecir la higuera.

En el jardín del Edén, Adán y Eva actuaron en desobediencia cuando comieron del árbol de la ciencia del conocimiento del bien y del mal. (egoísmo). Ellos perdieron la autoridad y el dominio que Dios les había entregado. Jesús enfrentó esta misma prueba en el desierto cuando estuvo intensamente hambriento. Él rechazó convertir las piedras en pan para comer tal como le sugirió Satanás, no así Eva. Como resultado de esto Jesús recuperó el dominio perdido.

 “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Eden, para que lo labrara y lo guardase.” Génesis 2:15

El señor creó un ambiente precioso y le encargó a Adán que lo labrara y lo cuidara.

 “Y ellos escucharon la voz del Señor que se paseaba en el huerto…” Génesis 3:8

Durante el día Adán reordenaba o mejoraba el Jardín del Edén, luego en la noche, el Señor, el creador del universo, venía a mirar lo que Adán había hecho durante el día. Mientras caminaban juntos Adán le indicaba al Señor las cosas que había cambiado. El Señor hallaba gran satisfacción en esto ya que Él se agrada de la obra de nuestras manos.

En la redención, nosotros también hemos recibido una palabra. Vamos a “ordenar y mejorar” el mundo de nuestro tiempo. Como resultado de la autoridad que Jesús obtuvo en Su victoria sobre Satán hemos recibido las “llaves del Reino” las cuales nos dan autoridad para gobernar y afectar nuestro entorno.

Cuando Jesús venga a caminar con nosotros en nuestro ambiente terrenal, debería hallar agrado y satisfacción en lo que hemos logrado debido a que nos ha sido dada la “llave” que descubrirá y desatará los grilletes del enemigo sobre los gobernantes que rigen las naciones. Nuestro vecindario, ciudad, estado y nación deberían ser afectados por nosotros en la medida en que ejercitemos esta autoridad.

Hay áreas en o cerca donde vivimos actualmente que si el Señor fuera a decir: “Tú y yo vamos a ir a caminar esta noche sobre esa área,” nosotros tendríamos que decir, “Señor, no  es seguro caminar de noche por allí.” Pero nos ha sido dado  dominio y debería haber una manifestación actual de un mas alto reino de autoridad que nos será dado en “ese día” para gobernar sobre la tierra y establecer el Reino Milenial de Dios.

Esto significa que nuestro ministerio, nuestra vida de oración, nuestras palabras, deberían estar afectando el lugar donde vivimos.

Sólo entonces podremos decir con Isaías: 14: 5-8

 “Quebrantó Jehová el báculo de los impíos, el cetro de los señores; el que hería a los pueblos con furor, con llaga permanente, el que se enseñoreaba de las naciones con ira, y las perseguía con crueldad.

 Toda la tierra está en reposo y en paz; se cantaron alabanzas.

Aún los cipreses se regocijaron a causa de ti, y los cedros del Líbano diciendo: Desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra nosotros.”

Entonces, el reino vendrá como Jesús dijo que iba a ser, un lugar de “Justicia, paz y gozo.”

Si hemos usado correctamente las “llaves del Reino” que actualmente nos son ofrecidas, nosotros también tendremos una parte para cantar esta nueva canción.