por Wade E Taylor
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20
La parte que le corresponde al Señor es revelar Su presencia y hacerla disponible a nosotros. Nuestra parte es ser sensitivos y responsivos a Su presencia para hacernos disponibles a Él como “un vaso” a través del cual pueda ser revelada Su gloria.
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda ese es el que me ama; y el que mi ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” Juan 14:21
Cuando podamos responder adecuadamente a Su llamado en la puerta de nuestro espíritu, Jesús nos levantará a un plano más alto de actividad divina. Esta revelación de Su presencia manifestada se incrementará y seremos llevados a un entendimiento más profundo de Sus propósitos para los tiempos finales. En la medida en que “Guardemos Sus mandamientos” (que respondamos a Su presencia), vamos a convertirnos en un vencedor y experimentaremos la venida de la mayor visitación de Su gloria (El tiempo de Su Parousia).
“Así que hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la Sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es su carne, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” Hebreos 10: 19,20,22
Es muy importante para cada uno de nosotros que nuestra relación con el Señor se fundamente en Su Justicia y no en la nuestra. Una vez que entendamos esto, podremos acercarnos al Señor y tener comunión con Él, sin importar cómo nos podamos sentir. Como resultado de esta constante y diaria relación con el Señor Jesús, nos haremos disponibles para la manifestación de Su Gloria a través nuestro.
Estamos viviendo en los últimos días durante los cuales va a haber una manifestación física de la gloria de Dios (Shekinah). Esta experiencia en Su gloria manifestada estará más disponible para aquellos que actualmente están siendo preparados (Parousia), debido a que han estado experimentando la presencia del Señor.
“Cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros). 2 Tesalonicenses 1:10
Esta manifestación de gloria es una parte de la “Parousia,” la aparición del Señor para preparar a aquellos que son vencedores y que tengan su parte en el cierre de esta era y en el comienzo de la era del Reino Milenial. Jesús comenzará a aparecer personalmente a aquellos que son llamados a convertirse en la expresión de Su vida y ministerio en el tiempo final y mediante la imposición de manos, impartirá a ellos una unción y habilidad apostólica.
“Levántate y resplandece porque tu luz ha venido, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad a las naciones; más sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.” Isaías 60: 1-3
Moisés prefiguró la manifestación y desarrollo de este tiempo final de gloria. Él dedicó mucho tiempo en la presencia del Señor al punto de que su rostro resplandecía literalmente con la gloria de la presencia del Señor.
“Y si el ministerio de muerte fue grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, lo cual había de perecer. ¿Cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.” 2 Corintios 3: 7-9
La gloria que fue vista en el rostro de Moisés trajo tal convicción de pecado a Israel que cuando les habló le pidieron que se pusiera un velo sobre su rostro. Ellos podían retener sus palabras pero no la gloria visible que reposaba sobre Moisés mientras se veían así mismo en la reflexión de esa gloria revelada. Si Israel hubiese respondido correctamente, esta gloria manifestada los habría llevado a una experiencia más profunda de su redención de la esclavitud de Egipto y los hubiese preparado para una mayor manifestación de Su gloria.
1 Pedro 1:5 nos dice que hay una “salvación” que está reservada o “lista para ser revelada en el tiempo postrero.” Esta salvación es la venida de la gloria de Dios en una manera física, en una visible manifestación de la gloria del Señor sobre nuestro ser. (Parousia).
La palabra “manifiesta” significa “hacer visible” a uno o más de nuestros cinco sentidos naturales: oído, olfato, gusto, vista y tacto. Pablo dijo:
“Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres.” 2 Corintios 3:2
Un testigo efectivo lo es no tanto por lo que dice sino por aquello en lo que se convierte. De este modo, la gloria manifestada del Señor reposando sobre nosotros será un testigo poderoso en ese día.
“El cual así mismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica.” 2 Corintios 3:6
Esto significa mucho más que nuestra habilidad para predicar un mensaje con percepción intelectual. Ha habido oradores que fueron exitosos por medio de su habilidad para hablar. También hay aquellos que carecen de esa habilidad, pero que son exitosos debido a la unción y a la manifestación de la presencia del Señor que reposa sobre ellos. Si ellos tuvieran una gran habilidad natural sería evidente que su éxito es debido a esa habilidad en lugar de la presencia y la gloria del Señor.
En este día, el Señor está tomando detrás del velo a aquellos que pueden carecer de habilidad pero que permanecen en Su presencia. Estos están buscando conocer mejor a Jesús y se han hecho disponibles para Él con respecto a cualquier propósito que Él pueda tener. La “gloria” impartida brillará de estos en un testimonio manifiesto.
“Levántate y resplandece porque tu luz ha venido, y la gloria del Señor (Parousia) ha nacido sobre ti. Isaías 60:1
La Escritura nos dice que esta gloria, la que hemos recibido a través del nuevo pacto, es mayor que la gloria que tuvo Moisés. No obstante a nadie se le ha dicho aún que se ponga un velo mientras ministra. Luego, hay algo más disponible de lo que aún no nos hemos apropiado.
El enemigo nos dirá que no somos dignos para estar detrás del velo y asir Su gloria. Debemos rechazar y hacer a un lado este engaño y venir confiadamente a Su presencia para “permanecer” en Su gloria.
Sólo entonces el mundo verá aquello que han estado buscando pero que aún no han encontrado.