Skip to content

Invitemos al Señor a nuestro Interior

Wade E. Taylor

En este tiempo presente el Señor está tratando específicamente con aquellos que han estado buscando por “algo más” sin tener un entendimiento claro de lo que están buscando. Muchos de ellos están pensando: “¿Qué me está pasando?” Esto, debido a que están siendo separados de cualquier dependencia o satisfacción inferior a lo mejor que el Señor tiene para ellos.

Muchos han estado contentos con conocer al Señor como su Salvador y están satisfechos sabiendo que algún día estarán en el cielo. Algunos han ido un poco más allá y conocen al Señor como el que provee para sus necesidades y los usa en el ministerio. Sin embargo, el Señor anhela intensamente llevarnos más allá de esos niveles de experiencia. A través de un proceso de intervención Él está comenzando a hacerse conocer ante nosotros como una persona que desea tanto nuestro compañerismo como nuestra cooperación con Él en la ejecución de Sus propósitos para estos tiempos.

Con frecuencia venimos a estar satisfechos con las “Cosas de Dios” en lugar de ir más allá  para conocer al “Dios de las cosas.” Frecuentemente también llegamos a estar tan ocupados trabajando para el Señor o tan interesados en nuestros problemas y necesidades o en las necesidades de otros que fracasamos en advertir cuando Él viene a buscar un tiempo de compañía personal con nosotros.

Hemos estado satisfechos permaneciendo en la realidad de Su omnipresencia pero no hemos tomado tiempo para buscar Su presencia manifiesta. Nuestro Señor es un Dios que busca y que desea atraernos hacia una relación personal e íntima con Él cuando ve que respondemos a su búsqueda por nosotros.

“He aquí yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz, y abre la puerta, entraré a Él, y cenaré con él y él conmigo.” Apocalipsis 3:20

En el pasado, el Señor permitió por Su gracia que permaneciéramos satisfechos con nuestros propios caminos. Sin embargo, ahora es  ya tarde y la necesidad tan urgente, que el Señor se está moviendo por medio de una intervención para traer una corrección a nuestras vidas. Para lograr esto, Él puede incluso apartarse asimismo de nuestras actividades espirituales y permanecer en las sombras, o por fuera del “lugar” de nuestra actual experiencia espiritual.

 “Mi amado es semejante al corzo, o al cervatillo. Helo aquí, está tras nuestra pared, mirando por las ventanas, atisbando por las celosías. Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.” Cantar de Los Cantares 2: 9-10

Es muy importante entender que el aparente distanciamiento de la presencia del Señor con respecto a nosotros y a cualquier otra cosa que intentemos hacer para Él, es una bendición dispuesta para llevarnos a un plano mucho más alto de relación con Él.

Para desarrollar esta habilidad en nuestro interior, el Señor comenzará a hacerse conocer a nosotros como una persona, confiando que vamos a reconocerlo. Él, el Señor de Gloria, permanecerá renuente a acercarse a nosotros debido a que desea algo mejor. Él anhela manifestarse asimismo y pasar tiempo de comunión y compañerismo con nosotros. Si le reconocemos y respondemos vamos a comenzar a conocerlo íntimamente y también comenzaremos a conocer Sus caminos. Sólo entonces estaremos en capacidad de servirlo en la forma correcta.

El Señor se aflige cuando no lo reconocemos y no respondemos rápidamente a Su deseo de darse a conocer a nosotros. Muchos fracasamos en responder debido a que estamos satisfechos en permanecer en nuestras experiencias espirituales pasadas y con todas las bendiciones que Él nos ha provisto.

El Señor continuará esperando con paciencia hasta que comencemos a reconocer que necesitamos algo más que todas esas cosas que nos ha provisto ampliamente y lo invitemos a venir al interior de nuestra experiencia espiritual para que permanezca con nosotros.

“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” Apocalipsis 3:17

El Señor no está satisfecho con que estemos contentos solo con esas cosas. Él desea traernos a la realidad experimental de conocerlo personalmente y de permanecer en Su presencia manifiesta. Esta relación trasciende cualquier otra cosa que Él haya podido hacer por nosotros.

“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” Juan 14:21

Esta experiencia de “Su presencia manifiesta” está condicionada a que tengamos y guardemos Sus mandamientos pero nuestra obediencia sólo será posible cuando renunciemos en la cruz a nuestra naturaleza egocéntrica y vengamos a una experiencia de unidad con el Señor. Cuando morimos a nuestra voluntad egoísta y respondemos a Él en obediencia, Él estará en libertad para manifestarse a nosotros y luego a otros a través nuestro.

La palabra “manifiesta” significa que Él hace despertar nuestra conciencia para que reconozcamos Su presencia revelada a través de uno o la combinación de varios de nuestros sentidos naturales. Su presencia manifiesta comienza en el punto donde pasamos de la “letra” de la Palabra al “Espíritu” de la Palabra. Cuando entramos en Su presencia manifiesta, Él se hará conocer experimentalmente a nosotros. Él puede guiarnos a esperar quietamente sobre Él mismo en Su presencia revelada. Él puede hacernos conocer lo que desea hacer y lo que nos corresponde hacer para que Él obtenga. Él puede estimular en nosotros un entendimiento especial de Su Palabra. Él puede compartir con aquellos que han experimentado en alguna medida la “participación de sus padecimientos” una carga específica de oración e intercesión.

Las posibilidades son muchas y cada una de ellas constituye una maravillosa experiencia. El Señor desea intensamente revelarse asimismo a nosotros como una persona que tiene sentimientos y deseos. “Manifiestamente” significa que Él hace todo esto, no como un tipo o una sombra, sino como una realidad presente que podemos conocer mediante uno o varios de nuestros sentidos físicos. El Señor no puede permanecer satisfecho respecto de nuestra continua relación con Él como aquel que sólo produce en nosotros una sensación de unción o de poder.

El Señor ha sido herido muchas veces por aquellos que toman livianamente Su presencia y por eso es renuente a veces para revelarse abiertamente a nosotros, en consecuencia, Él se aproximará muy cautelosamente a nosotros  para ver si estamos realmente interesados en Él. Aquellos que están decididos a buscar por “algo más” del Señor advertirán prontamente cuando Él ha apartado su presencia de ellos y le pedirán con urgencia que retorne.

“Mi amado me habló, y me dijo: Levántate oh amiga mía, hermosa mía, y ven.” Cantar de Los Cantares 2:10

El Señor tiene algo mucho mejor que ofrecernos si respondemos a Su llamado a “levantarnos” con Él a un plano más alto de realidad espiritual.  A este llamado urgente, el agregó una palabra de ánimo:

“Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue; se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.” Cantar de Los Cantares 2:11-12

Estamos viviendo en el tiempo del nacimiento de un nuevo día mientras que nos aproximamos al tiempo del retorno de nuestro Señor. Es en esto que radica la causa de nuestra pregunta: “¿Qué está pasando?” ya que estamos sintiendo los dolores de parto del nacimiento de ese nuevo día. Todo lo que Jesús hizo en un solo cuerpo durante su primera venida, lo hará de nuevo a través de un cuerpo colectivo. Actualmente Él está preparando a aquellos que han sido llamados aparte para ese propósito.

En el pasaje de la Escritura antes mencionado, el invierno habla de tiempos de sequía en nuestra experiencia espiritual. Este es un periodo de  tiempo en el que, aparentemente, el Señor está ausente de nosotros y en el que hay muy poco o nada de Su presencia activa en nosotros o en nuestro ministerio. La expresión  “La lluvia se fue” nos habla del hecho pasado de la visitación carismática que, tan maravilloso como fue en su día, ha venido a su fin. “Ha pasado el invierno” nos dice de una oportunidad actual en la que podemos renacer a un nuevo plano de vida y experiencia espiritual.

La expresión: “Se han mostrado las flores” habla de nuestro crecimiento espiritual con la evidencia del fruto del Espíritu. Nuestra respuesta en arrepentimiento frente al distanciamiento de Su presencia ha producido un gran avance espiritual en nosotros, ya que la iniciativa para nuestra vida y ministerio han pasado a Él. Estamos permaneciendo en Él y a su vez, Él permanece en nosotros. Nuestra vida y ministerio están produciendo resultados nunca vistos antes en tanto que somos levantados del plano del don espiritual al plano del Espíritu.

El tiempo de la canción habla de la “adoración” que fluye al señor desde lo profundo de nuestro ser. La voz de la tórtola hace alusión al proceso por el cual nos hacemos “proféticos” para hablar Su Palabra con sustancia y poder. Esto aplica especialmente a la adoración profética que desatará la presencia manifiesta y la gloria del Señor.

Esta experiencia no vendrá tan solo a través de un entendimiento o comprensión intelectual de Su palabra; requerirá de la impartición ungida de Su vida a nosotros en la medida en que tengamos comunión (cenemos) c0n Él.

En este tiempo presente, Él está observando a través de la ventana de nuestra experiencia espiritual, esperando por nosotros. Necesitamos responder prontamente a Su llamado: “Levántate Oh amiga mía, hermosa mía y ven.” Es esencial que invitemos al Señor para que venga a nuestro interior y que le entreguemos todo el control sobre nuestras vidas y sobre todo lo que nos pertenece.

Nada de lo que podamos obtener en un nivel inferior puede ser comparado con esta experiencia.

“Ven, Oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas. Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si brotan las vides, si están en cierne, si han florecido los granados; allí te daré mis amores.” Cantar de Los Cantares 7: 11-12