Wade E Taylor
Hay una urgente necesidad de la intervención de Dios en la iglesia, entre los suyos y en los asuntos de la nación. En la actualidad el Señor está buscando entre aquellos que Él puede usar para este propósito puesto que el tiempo del control del hombre sobre las naciones está llegando a su final.
En el pasado, con pocas excepciones, el señor se movió a través de un agente humano pero estaba limitado por el nivel de fe y la falta de rendición en aquellos que Él usó. No obstante, debido al retraso de la hora y la urgencia del tiempo en el cual vivimos, el Señor está comenzando a trascender esas limitaciones.
Nos estamos aproximando al final del sexto día cuando la era de la iglesia se cierra y se establece el Reino Milenial. Estamos viviendo en los tiempos de la Parousia (la aparición) de Jesús, cuando Él tomará su lugar como la Cabeza de Su Cuerpo de modo manifiesto. Está próximo a sobrevenir un continuo estado de “intervención” en el que el “control divino” será efectivo.
Por este tiempo, el Señor está preparando a unos “vencedores,” aquellos quienes desean ir más allá de su actual experiencia espiritual y que están respondiendo a Su voz en obediencia a Sus propósitos de los tiempos finales. Estos son conscientes de que hay algo diferente que va a tener lugar debido a que están escuchando un “llamado” para venir a un nivel superior de relación con el Señor.
“Después de esto mire, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas. Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y el trono, uno sentado. Apocalipsis 4: 1-2
En la medida en que las condiciones del mundo se deterioran se hace evidente que no hay solución perdurable para los problemas del mundo, excepto a través de una “intervención divina.” Cualquier método posible para tratar con los actuales dilemas del mundo, es tan elusivo que los líderes deben reconocer que son incapaces de resolver cualquiera de esos problemas.
Como intercesores debemos orar que las cabezas de las naciones reconozcan su necesidad por un poder superior, el del Señor Jesucristo, para intervenir.
En consecuencia, hay una urgencia actual por un “continuo estado de intervención divina.” Esta intervención de los tiempos finales es un estado en el que el Señor produce una condición o experiencia en la vida de una persona, situación o nación, a través de un acto directo de Su poder soberano el cual es independiente de cualquier habilidad que un individuo pueda poseer para hacer que esas cosas sucedan.
Este es el tiempo en el que el Señor despertará sus propósitos de los tiempos finales, en todos aquellos (vencedores) quienes han entrado a un estado de reposo en Su presencia y que están dispuestos y disponibles para ser usado más allá de cualquier nivel de fe o habilidad que puedan poseer. Esto requiere de un alto nivel de integridad personal y compromiso. Hace tiempo, el Señor vino y me pidió que si estaba dispuesto a firmar un contrato con Él de acuerdo con este requerimiento.
Hay dos aspectos para esta intervención de los tiempos finales.
El primero es el llamado de un remanente (vencedores) con el fin de prepararlos para ser usados en el cierre de la era de la Iglesia y el establecimiento de la era del Reino Milenial. Durante este tiempo de preparación, hay una gracia especial que será levantada y empoderará a aquellos que han calificado para este propósito. Esos son los que serán vistos con Jesús en su trono en dos tipos de relación: la de una novia y la de un hijo.
“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino limpio y resplandeciente; porque el lino fino son las acciones justas de los santos.” Apocalipsis 19:7
Para que podamos ser parte de esta “novia” que está sentada con su Novio (Jesús) en su Trono, se requiere de una total sumisión a Él como nuestra cabeza. En este acto de sujeción, nuestra identidad se hace “una” con la suya de modo tal que nos convertimos en la expresión visible de Su vida.
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios….Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” Romanos 8:14,19
Cuando nos convertimos en un hijo “maduro” entramos en una relación cooperativa con Jesús para el cumplimiento de Sus propósitos en el cierre de la era de los gentiles y en el establecimiento del Reino Milenial.
Esas dos posiciones, ser una novia y ser un hijo, pueden ser vistas como las dos caras de una moneda. Cada lado es diferente aunque es una sola moneda. En la medida en que nos sometamos a Su liderazgo, nos convertimos en Su Novia, y en la medida en que respondamos al Señor en obediencia, crecemos en la madurez espiritual como un hijo.
“Ven, oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas. Levantémonos de mañana a las viñas, veamos si brotan las vides, si estarán en cierne, si han florecido los granados; allí te daré mis amores.” Cantar de Los Cantares 7:11-12
En la medida en que comprometamos incondicionalmente al Señor todo lo que somos junto con lo que seremos, y en obediencia nos levantemos por encima de todo lo que es inferior a lo mejor de Él para nosotros, cada una de esas dos relaciones comenzará a funcionar. Cuando el Señor nos mira como un hijo nos dirá: “Levantémonos de mañana a las viñas.” (El fruto de la vid-iglesia-comenzará a madurar). Cuando nos mira como una novia, nos dirá: “Allí te daré mis amores.” (Su aprobación reposará sobre nosotros)
Esta doble relación “vencedora” es imposible de obtener aparte de la mano soberana del Señor siendo extendida en nuestro favor para cualificarnos para esas posiciones. En consecuencia, no es suficiente leer simplemente estas enseñanzas o aferrarse a ellas mentalmente. Estas deben ser experimentadas por completo, paso a paso.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Efesios 2:10
Para experimentar este nivel de identificación con Jesús, yo debo someter incondicionalmente, la totalidad de mi ser a Él, todo lo que soy, junto con todo lo que hago y luego, específicamente, debo darle permiso de tratar conmigo como Él desea.
El Segundo aspecto de esta intervención divina de los últimos tiempos, es el “empoderamiento” de este remanente para ser usado como un “testigo” de la gloria y el poder manifiestos del Señor para traer juicio sobre el sistema mundial del anticristo. Un anticristo es algo o alguien que se exalta a sí mismo por encima de la palabra de Dios o que niega la unción o el poder de Dios.
“En llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro señor Jesucristo, los cuales sufrirán pena eterna de perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado por todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros.” 2 Tesalonicenses 1:8-10
Esta intervención de los últimos tiempos, también puede ser referida como la suspensión de la ley ordinaria para aproximarse a Dios, y la “interposición” de la mano divina para hacer cosas más allá de lo que podemos lograr a través de la oración y la búsqueda. Es la manera como Dios hace puentes sobre las deficiencias y fracasos de sus siervos, y es un estado en el que Él es el actor y nosotros actuamos en Él.
Durante este tiempo del cierre de la era de la Iglesia, Jesús aparecerá a sus Siervos (Parousia) con el fin de prepararlos para hacer grandes prodigios a través de ellos más allá de lo que ellos pudieran creer o lograr aparte de esa intervención (empoderamiento apostólico). El resultado de esto será la supresión de toda acción independiente, por medio del empoderamiento de aquellos que se han sometido por completo a Jesús haciéndose flexibles en Sus manos. Es Dios a la cabeza de sus obras de los últimos tiempos.
El Señor hizo al hombre con el “poder de elegir” y le dio título de propiedad sobre la tierra con dominio. Por esta razón, Dios eligió no entrometerse en esos derechos aunque el hombre fracasó por completo en el test al que fue sometido y como resultado perdió sus dominio y autoridad. En consecuencia, el Hijo Eterno clavó sobre la cruz la maldición que vino sobre el hombre debido a su desobediencia y pago toda la deuda, derrotando por completo al enemigo.
En su resurrección Jesús vino a ser el Heredero de todas las cosas y Él ha puesto ante los vencedores una oportunidad para que participen con Él (como hijos) de esos poderes, ahora restaurados a su lugar adecuado.
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.” Apocalipsis 2:26-27
La Escritura alude a un tiempo conocido como “el día del Señor;” habrá un tiempo de gran tribulación que traerá los juicios de Dios. Paralelo a esto, este también será el tiempo de Su Parousia (Su aparición), en el cual, quienes se han convertido en “vencedores” tendrán un rol que cumplir ya que ellos serán los instrumentos que Dios va a usar para ejecutar esos juicios, en lugar de hacerlos víctimas de los mismos.
“Más a Dios gracias, el cual nos lleva de triunfo en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden, a estos ciertamente olor de muerte para muerte y aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas ¿quién es suficiente? 2 Corintios 2:14-16
Pablo está diciendo que durante este tiempo, nos convertiremos en un aroma fragante a todos aquellos que han recibido a Jesús como Su Salvador y Señor. Debido a que seremos instrumentos para el juicio contra todos los que no creen, el incrédulo se sentirá muy incómodo en nuestra presencia debido a este aroma de vida que hemos recibido de Jesús. Ellos no desearán estar cerca nuestro puesto que les pareceremos como con aroma de muerte.
“Porque Jehová el Señor tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación. Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los pueblos; para aprisionar a sus reyes con grillos, y a sus nobles con cadenas de hierro; Para ejecutar en ellos el juicio decretado; Gloria será esto para todos sus santos Aleluya. Salmo 149: 4-9
La gloria siempre se relaciona con la presencia del Señor. Nosotros estaremos plenos de gozo en Su presencia y “Exalten a Dios con sus gargantas.” Exaltamos al Señor cuando le declaramos a Él ser quien Él dice que es, nuestra justicia, nuestra santificación, nuestro proveedor, nuestro redentor, nuestro sanador y El que está presente en nuestras vidas.
No solo alabamos al Señor con nuestra boca sino que tenemos una espada de dos filos en nuestras manos. El propósito de esta espada es para ejecutar venganza sobre las naciones y juicio sobre toda la gente. Esto será hecho por los santos que cantan las alabanzas de Dios con esta espada de dos filos en sus manos cuyo resultado final será ver reyes atados con cadenas.
Vamos a tener una parte en este proceso de llevar esos juicios mientras estamos en nuestros cuerpos mortales. En nuestra condición actual quizá podamos decir: ¿Cómo puede ser esto? Sin embargo debemos evitar estar centrados en nuestra deficiencia puesto que al enemigo le encanta captar nuestra atención. En lugar de esto vamos a mirar a Jesús, esperando que Él venga en una “intervención” y se manifieste a través nuestro.
En preparación para su retorno, Jesús está comenzando a aparecer personalmente a muchos tal como lo hizo durante cuarenta días antes de su ascensión. Es de vital importancia que captemos la idea de que esas “intervenciones” traerán claridad acerca de los métodos que el Señor usará en el tiempo del cierre de la era de la iglesia y el establecimiento del Reino Milenial.
Como resultado de la impartición recibida durante esas apariciones, nuestra fe será levantada un plano superior, en el que recibiremos autoridad espiritual con la confirmación de “señales,” de lo apostólico, milagros y maravillas comenzarán a pasar más allá de cualquier cosa anteriormente vista. Esto es de lo más absoluta importancia reconocer y responder a esas “intervenciones” de actividad divina.
En este tiempo presente, muchos están siendo estimulados por el Espíritu Santo, para hacerse disponibles para Él con el fin de ser usados como un instrumento en su intervención de los últimos tiempos; que podamos ser hallados entre estos.