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Fijar Nuestro Espíritu

Wade E Taylor

 “Puestos los ojos en Cristo Jesús, el autor y el consumador de la fe, quien por el gozo que tenía puesto por delante, sufrió la cruz y menospreció el oprobio y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Hebreos 12:2

Este pasaje nos exhorta a que fijemos nuestro espíritu y lo levantemos a Jesús, cuya vida fue abiertamente expuesta para que nosotros la observáramos. Vamos a considerar y meditar sobre el ejemplo de Su vida, como el patrón de nuestras vidas.

El antiguo testamento habla proféticamente de Jesús respecto de la confianza implícita en Su Padre en lo concerniente a Su vida y ministerio:

 “Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado.” Isaías 50:7

Debido a su fe e implícita confianza en el carácter de Su Padre, Jesús estaba capacitado para obedecer plenamente a su voluntad. Él sabía que su Padre no le fallaría en el tiempo de necesidad. Pablo también fue uno que fijó la mirada de su espíritu hacia el Señor y siguió diligentemente el patrón que vio en el ejemplo de Jesús. Jesús dio su testimonio, expresando el resultado de su vida, como el Señor vivo.

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui asido por Cristo Jesús. Hermano, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante.” Filipenses 3:12-14

La Palabra nos exhorta a tener esta misma “mente” o “fijación de espíritu

 “Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará el Señor.” Filipenses 3:15

Si vamos a crecer espiritualmente debemos tener tanto visión como dirección, junto con una confianza implícita no solo en la habilidad, sino también en la disposición del Señor para traernos a la plenitud de su intención con nosotros.

 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, (la verdad aún no revelada)…” Apocalipsis 12:7

No hemos agotado la profundidad de la revelación que está sepultada, capa tras capa, en la Palabra de Dios. Hay “un maná escondido,” de principios espirituales que no están disponibles abiertamente, pero que serán manifiestos a aquellos que tienen ciertas cualidades de un vencedor en sus vidas.

En la medida en que miremos decididamente a Jesús, hay mucho que Él nos revelará.

 “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen y a ellos hará conocer su pacto.” Salmo 25:14

Muchos teorizan acerca del programa de Dios para los últimos tiempos. Pero antes el Señor nos revelará más a nosotros; debemos tener una adecuada “fijación” de espíritu y un corazón con motivos puros. Primero debemos estar caminando en integridad con Él en cumplimiento de la palabra que ya hemos recibido. A través de  la “iluminación,” esta palabra actual será una realidad viva y vibrante que tendrá un significado relevante en relación con nuestras actuales circunstancias.

1 Crónicas 12:32, habla de una compañía de hombres (espiritualmente maduros), quienes eran “entendidos en los tiempos y sabían lo que Israel debía de hacer.” Sólo mientras caminamos con Jesús en expectativa, con propósito y dirección, estaremos capacitados para entender y relacionar adecuadamente las cosas que están delante de nosotros.

 “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” Hebreos 9:28

El libro del Apocalipsis es más que el despliegue de eventos futuros; es la revelación de un Jesús corporativo en la ejecución de Sus propósitos de los tiempos finales. Sólo en la medida en que nuestra mirada esté puesta singularmente sobre Jesús, comenzaremos a entender el mensaje contenido en este libro referente al cierre del día en que vivimos y el nacimiento de la era por venir.

El Señor nos está trayendo, progresivamente, a un mayor entendimiento de Sí mismo, de Su deseo por el crecimiento y el bienestar de Su iglesia, y el establecimiento de Su reino milenial. Esto resultará en la apertura de nuevos métodos de entendimiento que serán mucho más ricos y gloriosos que los anteriores.

Entre el cierre de una dispensación y la apertura de otra, se halla un periodo de tiempo que participa de los métodos y poderes de las dos edades. Ahora estamos viviendo en tal clase de tiempo. Sólo aquellos quienes actualmente caminan con Jesús y tienen sus ojos iluminados, entenderán el despliegue del nuevo día. Debemos tener una visión del Reino, cualquier otra visión será embotada.

Muchos de los redimidos del Señor continúan en aquello que ya han conocido y establecido, y no están dispuestos para identificarse con aquellos que están diciendo:

 “Salgamos, pues, a él, fuera, llevando Su vituperio.”

Este día fue anticipado en la Escritura en muchas formas y maneras. Estamos viviendo el final del sexto día de la creación, o el segundo día de la gracia. El Séptimo día, o tercero, dependiendo de nuestra referencia; está sobre nosotros. En la palabra profética mil años con como un día.

Al final del sexto día de la creación, o segundo de la gracia, y al comienzo del séptimo día o tercero, hay lugar a un cambio de revelación y de manifestación que se expresa en los siguientes pasajes:

 “Nos dará vida después de dos días; y en el tercer día nos resucitará y viviremos delante de Él.” Oseas 6:2

 “Y les dijo: Id, y decid aquella zorra: he aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.” Lucas 13:32

El pensamiento central en esta progresión es la revelación del Señor en un plano y propósito más elevados.

En Lucas 22: 14-16, Jesús habló de cierta clase de hora que iba a venir:

Y les dijo; cuanto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca, Porque os digo que no la comeré más hasta que se cumpla en el reino de Dios.

Los dos discípulos caminaron con Jesús a lo largo del camino hacia Emaus. Fue al comienzo del tercer día (Lucas 24:21), que a pesar de todo lo que el Señor les había dicho, su visión estaba puesta en la primera edad.

 “E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.” Lucas 24:14

Aparentemente ellos no consideraron o tuvieron fe para creer todo lo que Él les había mostrado. En esta clase de mentalidad, ellos tampoco podían conocer o discernir Su presencia.

 “Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos, más los ojos de ellos estaban velados, para que no lo conociesen.” Lucas 24: 15-16

Ellos escucharon la palabra ungida de Dios, del propio Señor pero no entendieron.

 “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las escrituras lo que de él decían.” Lucas 24:27

Fue solo cuando Él pasó a través de la puerta (entrada a la edad por venir), y partió el pan con ellos, que recordaron Su promesa.

 “Porque os digo que no la comeré más, sino hasta que se cumpla en el reino de Dios.” Lucas 22.16

Inmediatamente que su visión se volvió hacia el Reino, vieron al Rey.

El libro del Apocalipsis, es una revelación de Jesucristo como el “Señor de la era por venir.” “El mostrará a sus siervos las cosas que deben suceder pronto” (Apocalipsis 1:1).

Muchos son como estos discípulos, mirando hacia atrás y no deseando seguir adelante con Él. Hasta que nuestra perspectiva sea correcta, no discerniremos su presencia como Señor y Rey, ni su presentación de la era venidera.

Su usted siente el impulso interno del Espíritu Santo para llevarlo más lejos, así como la intensa obra del enemigo intentando impedirle, Su mano está realmente sobre usted para este nuevo día.

Escuche lo que el Espíritu está diciendo, luego ponga su rostro como un pedernal y comience a caminar con Jesús hacia este nuevo día.