Wade E. Taylor
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Romanos 8:28
Este pasaje no dice que todas las cosas son buenas, sino que aún las cosas terribles (todas las cosas, sin excepción) pueden obrar para hacer el “bien,” Este bien (Dios) no son las cosas en sí mismas, sino la imagen de nuestro señor Jesucristo que es formada en nuestro ser a la par que “todas las cosas” se convierten en una herramienta para lograr esto.
“Hasta que todos lleguemos a la misma unidad de fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” Efesios 4:13
Debemos crecer a la “estatura de la plenitud de Cristo.” Al momento de nuestra salvación comenzamos nuestro caminar espiritual como “bebés espirituales” y luego crecemos hacia la madurez espiritual. Cuando Jesús estaba en la cruz dijo: “Consumado es.” Él vivió una vida perfecta y totalmente comprometida con la voluntad de Su Padre, fue de este modo como Jesús vino a la plenitud de la madurez espiritual.
Nosotros también vamos a crecer a este nivel de madurez en el que nuestra vida está a la altura de Su vida. Cuando comparezcamos ante el trono del juicio de Cristo nuestra vida será medida contra Su vida. Con el fin de prepararnos para ese día el Señor obra en medio de las circunstancias diarias de nuestra vida. Nuestra parte es someternos incondicionalmente y permitirle que Él haga esto y luego colaborar con Él en cualquier cosa que pueda hacer.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios prepare de antemano para que anduviésemos en ellas.” Efesios 2:10
La voluntad del Señor para nosotros no consiste en “dónde” vamos a estar o en lo “que” vamos a hacer sino en aquello que vamos a experimentar en el lugar donde hay una serie de circunstancias que le permitirán al Señor lograr Su propósito en nosotros, es decir, ser conformados a Su imagen y semejanza a través de nuestra rendición a Su voluntad y propósito para nosotros.
Si entendemos correctamente esto, entonces será posible decir con respecto a nosotros que estamos “en” la voluntad de Dios aunque aparentemente estemos por “fuera” de la voluntad de Dios. Esto solo puede pasar si enfocamos nuestro corazón incondicionalmente hacia el Señor, solo entonces Él será libre para usar “todas las cosas”, cualesquiera que estas puedan ser, para traernos a la madurez espiritual y también para prepararnos de modo que nos pueda llevar al lugar donde Él puede lograr un propósito superior a través nuestro. Pero primero tenemos que “estar listos.”
Este principio puede ser visto en la vida de Moisés.
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.” Éxodo 3:1
Moisés sabía que había sido llamado por Dios para liberar a su pueblo Israel pero en un intento por cumplir este llamamiento, él fracasó y huyó.
“Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras, Cuando hubo cumplido a edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. Y al ver que uno de ellos era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido.
Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así. Al oír esta palabra, Moisés huyó….” Hechos 7: 22-25,29
Como consecuencia de haber sido rechazado, Moisés terminó “ministrando” en el lugar equivocado a la gente equivocada: las ovejas de Jetro. Hoy hay algunos que están en una condición similar sintiendo que a pesar de haber perdido lo mejor, están haciendo lo mejor que ellos pueden hacer, o hay algunos que han escuchado la voz del enemigo diciéndoles que han perdido y se han rendido.
No importa que tan “fuera de lugar nos podamos sentir,” si deseamos “algo más” y presionamos en pos de ello, el Señor nos traerá al nivel espiritual de madurez en Él que pueda usarnos para la ejecución de Sus propósitos. Así, hay algunos que están “en la voluntad de Dios” mientras van por “fuera de la voluntad de Dios”
Moisés encaja perfectamente en este grupo. Él no estaba sintiendo pena por sí mismo, ni estaba sentado haciendo nada. La visión original aún estaba viva dentro de él y estaba haciendo lo mejor que podía hacer con lo que tenía a la mano.
Moisés había sido llamado a las “ovejas” de Israel pero en lugar de esto, estaba guiando fielmente, a las “ovejas” de un sacerdote de Madián hacia la montaña de Dios. Esto movió el corazón del Señor y entonces acomodó una circunstancia (una zarza ardiendo) en donde Él podía reunirse con Moisés. De esta manera todo estaba “ayudando junto” para bien. Aparentemente Moisés estaba por “fuera” de la voluntad de Dios, pero justamente en esas circunstancias estaba “en” la voluntad de Dios porque estaba siendo guiado al final de su propia habilidad, y esto iba a prepararlo para su encuentro con el Señor en la “zarza ardiendo.”
El Señor se reveló a Moisés en una flama de fuego. La zarza ardía, pero no se consumía. Puede ser dicho que esa zarza aún está ardiendo y que está disponible para nosotros si nuestra actitud es como la de Moisés cuando se volvió, voluntariamente, a la presencia manifiesta de Dios.
Habría sido más fácil para Moisés permanecer en el desierto con esas ovejas que regresar y enfrentar su fracaso pasado. No había nadie en el desierto ante quien él pudiera quejarse expresando lástima por sí mismo o que criticara lo que estaba haciendo. Obviamente las ovejas de Jetro cooperaron más con Moisés y apreciaron más sus cuidados que lo que había hecho el “rebaño” de Israel.
No obstante, la intención del Señor siempre es prepararnos no solo para el éxito en donde hemos fracasado sino también para que podamos ir “más lejos.” Fue por eso que el Señor dijo a Moisés que regresara y enfrentara al faraón para traer libertad al mismo pueblo del que él había huido.
Debido a que el Señor no esperaba que Moisés lograra esto en su propia fuerza como lo había intentado antes, él fue instruido por el Señor para “quitarse su calzado.” Moisés había caminado tan lejos como pudo ir en su propia habilidad. Ahora iba a caminar en la fuerza (calzado) del Señor.
Esta “intervención” no tuvo lugar sino hasta que Moisés llegó al final de su habilidad y voluntariamente se volvió hacia la zarza ardiendo como un reconocimiento de su necesidad.
“Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.” Éxodo 3:3
De acuerdo a la enseñanza moderna, la zarza ardiendo se presenta como si estuviera en frente nuestro. Lo que se suele enseñar es que necesitamos más fe o algún nuevo método. Pero en lugar de esto, la zarza ardiendo estaba a un lado del camino que conducía a Moisés hacia el monte de Dios y requería de una simple acción de su parte. Él tenía que “advertir” y luego “dejar a un lado” lo que estaba haciendo y someterse al Señor.
El hecho de que esta zarza ardiera pero no se consumiera significa que había estado allí por mucho tiempo sin que Moisés la notara mientras que se esforzaba por alcanzar el monte de Dios. Finalmente, Moisés fue consciente de que su habilidad o método, no le estaba permitiendo alcanzar la meta que deseaba y notó esta zarza que ardía.
Esta expresión: “iré ahora y veré” es muy cercano al corazón de Dios, Él desea grandemente, que notemos y respondamos a Su presencia.
“Mi amado es semejante al corzo, o al cervatillo. Helo aquí está tras nuestra pared, mirando por las ventanas, atisbando por las celosías. Cantar de Los Cantares 2:9
“Él está tras nuestra pared.” El Señor espera en las sombras para ver si advertimos Su presencia de modo que pueda venir a nuestras circunstancias para estar en un nivel más alto de Sus propósitos para con nosotros. Esta habilidad para percibir y la disciplina para responder a Su presencia no viene rápidamente o fácilmente, requiere de “venir al fin” de nuestros propios caminos y dedicar tiempo de calidad en Su presencia. Esto hará que tengamos un mayor desarrollo de nuestra sensibilidad al reino espiritual y a la presencia manifiesta de nuestro Señor.
Si es necesario, el Señor dispondrá de un “Jetro” y alguna “oveja” especial dispuestos a ayudarnos para que alcancemos esto en nuestras vidas siempre que hayamos venido al final de nuestras habilidades y de nuestros propios caminos y clamamos al Señor manifestándole que necesitamos “algo más,” más allá de lo que actualmente poseemos.
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.” Mateo 5:3
Esto significa que hemos quedado absolutamente destituidos de cualquier habilidad que podamos tener y en desesperación nos hemos “volteado” para ver la zarza ardiendo. Sólo entonces podemos tomar parte de la provisión del Reino.
“Bienaventurados los que lloran; porque ellos serán consolados.” Mateo 5:4
Cuando, aparentemente, nos hemos quedado postrados en el desierto donde ninguno de nuestros “dones” funcionan, vamos a llorar. No podemos hallar ayuda, pero el Señor entiende y nos consolará. Este consuelo resultará en la impartición de lo que recibimos de la “zarza ardiendo” de Su presencia, a través de ella recibimos el poder de Su gracia en intercambio por la pérdida de nuestras habilidades.
“Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad.” Mateo 5:5
Sólo en este punto podremos enfrentar y vencer a los “Faraones” en nuestras vidas: aquellas cosas que permanentemente nos impiden cumplir el llamado de Dios.
Si dejamos a un lado lo que hacemos y nos paramos ante la presencia de esta “zarza” que arde aún y recibimos la impartición que está disponible para nosotros, aún este mundo se volverá al Señor.