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El Precio de la Verdad

Wade E Taylor

Si el Señor hubiese hecho de lo espiritual algo atractivo y fácil de obtener habría multitudes que lo estarían siguiendo. “Porque muchos son llamados y pocos escogidos.” (Mateo 22:14)

Hay una vasta diferencia entre un profeta y un político. El término “trasfondo” hace alusión al hecho de descubrir lo que la gente piensa y quiere. Bajo esta perspectiva podemos ver que el político ofrece lo que la mayoría quiere por eso se hace popular y es elegido. En otras palabras, el político busca saber cuál es el camino que la mayoría está siguiendo entonces él se pone delante de ellos y les dice; “Síganme.”

El profeta, sin embargo, está solo y dice: “Estás yendo por el camino equivocado, vuélvete.” El político es popular porque se relaciona con la mayoría. El profeta nunca es popular porque su palabra es costosa y exige un cambio. A menudo, las personas son engañadas debido a que escogen lo que les parece confortable en lugar de estar  dispuestos a pagar el “precio de la verdad”

“Compra la verdad y no la vendas” Proverbios 23:23

La verdad siempre es costosa y cuando la escogemos a veces puede no verse el resultado de nuestra elección, pero escoger algo menos  a la larga resultará mucho más costoso para nosotros.

“Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque todo aquél a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará..” Lucas 12:48

Los que continuamente buscan “algo por nada” están predispuestos  al engaño. Muchos de ellos comprometerán los caminos del Señor en lugar de someterse a estos. El Señor suele obrar en nosotros muy despacio pero muy a fondo; esto porque Él está mucho más interesado en lo que nos vamos a convertir que en lo que estamos haciendo. Nuestro egoísmo siempre buscará la comodidad y la vida fácil.

El enemigo  de nuestra vida spiritual también buscó su beneficio personal.

“Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.” Isaías 14:13

Satán buscó su propia voluntad y su propia comodidad: “Yo lo haré;” Jesús siempre dijo, “Hágase tu voluntad.” Él nunca actuó acorde con su voluntad ni buscó su propio beneficio o comodidad.

Después que Jesús fue bautizado, los cielos se abrieron y el Padre dijo: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia.” (Mateo 3:17). El Espíritu Santo descendió sobre Jesús y la aprobación o el favor de Dios reposó sobre Él

Inmediatamente después de esto, Él fue guiado al desierto donde fue probado durante cuarenta días  al final de los cuales estaba intensamente hambriento y el enemigo vino para recordarle que Él podía hacer algo con respecto al hambre que sentía. Jesús lo rechazó, diciendo que Su Padre no le había dicho nada al respecto.

Cada uno de nosotros estamos “hambrientos” de toda clase de cosas. Tenemos la opción de someter esas “hambres” a la voluntad y a la palabra de Dios, como Jesús hizo: “Escrito está” o podemos actuar en nuestra propia voluntad y buscar nuestra propia satisfacción. Satán dijo: “Si tu eres el hijo de Dios no necesitas estar hambriento, deberías hacer algo al respecto.”

Satán actuó como si estuviese muy interesado por el estado de Jesús y quizá pudo haber derramado algunas lágrimas de simpatía en solidaridad por lo que Él estaba experimentando. Si Jesús hubiese hecho algo, tan pronto como hubiese satisfecho Su hambre Satán maliciosamente se hubiese vuelto a Él para decirle: “Yo ansiaba prestigio y popularidad, y quise ser visto ye escuchado, así que actúe en consecuencia.” (Subiré).  Ahora tú no puedes juzgarme ya que supliste tu hambre y no eres diferente a mí”

 Si Jesús hubiese fracasado esta prueba simple pero profunda, el resultado habría sido que Él mismo se habría descalificado para convertirse en Salvador. En lugar de esto, Jesús dijo: “… no sólo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra…..” (Lucas 4:4). Luego, los ángeles vinieron y lo alimentaron con una comida mucho mejor.

Jesús dijo, “…..nada hago por mí mismo….” (Juan 8:28). Él caminó sobre el agua debido a que tuvo una palabra para hacer eso, por tanto, no caminó sobre el agua sino sobre la “substancia” de la palabra que había oído de Su Padre. (Mateo 14: 25-31).

Mientras estaba en el bote Pedro dijo: “Señor si eres tú, manda que yo vaya…” Jesús respondió con la palabra “ven.” Pedro dio un paso fuera del bote y comenzó a caminar, no sobre el agua, sino sobre la palabra que había recibido: “ven.” Él hizo bien hasta que apartó sus ojos de Jesús y los puso sobre el agua y comenzó a hundirse pero Jesús lo tomó por la mano y lo sacó del agua. El Señor está siempre presente en cada prueba.

La bendición es precedida de la prueba. Es por esto que Hechos 1:8 se convierte en una poderosa palabra para nuestro tiempo actual.

“Pero recibiréis poder, después  que el Espíritu Santo venga sobre vosotros y me seréis testigos en Jerusalén, en todo Judea, y en Samaria y hasta en la última parte de la tierra.”   Hechos 1:8 (Traducción literal King James Version)

La palabra “después” nos confirma que antes de que podamos hablar la palabra del Señor con sustancia y poder primero debemos ser probados.

Este es el precio que debemos pagar.

Muchos pueden decir, “Yo tengo una verdad.” Jesús dijo “Yo soy la verdad.” Él sólo pudo decir eso debido a que puso la voluntad de Su Padre por delante de la suya y de su propia comodidad y satisfacción.

No  existe formula fácil para el éxito, que siempre hay un precio que pagar. Cuando escogemos el propósito del Señor en lugar de nuestra propia satisfacción y comodidad, entonces puede decirse  que estamos “comprando la verdad.”  (Proverbios 23:23)

Muchos son los llamados, pero pocos están dispuestos para pagar el precio por la verdad. Que podamos ser hallados entre los que están dispuestos a hacer esto.