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El Poder Ascendente de Su Presencia

por Wade E Taylor

“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida; y el hombre se convirtió en un alma viviente.” Génesis 2:7

Adam fue creado del polvo. Debido a que Dios usó el polvo, el hombre fue creado para ser dependiente de Su Creador puesto que el polvo no puede asir su propia forma. Si Adán hubiese sido formado del barro, la imagen en la que hubiese sido hecho habría podido mantenerse a sí misma.

Dios sopló en Adán el “aliento de vidas,” (este término vida está en plural en su original). En la intención original de Dios el hombre fue creado para vivir y funcionar en dos niveles diferentes de relación y experiencia: en el terrenal y en el celestial. El “aliento” que Dios sopló en Adán fue su poder para sostenerlo y mantenerlo en cada uno de esos niveles de vida.

Debido al alto llamamiento del hombre para estar en comunión y relacionarse con su Creador y ejercer dominio sobre la tierra, era necesario que el hombre fuese probado para mantener este estado de dependiente sumisión.

 “Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comiereis, ciertamente morirás.” Génesis 2:17

Debido a la desobediencia, el hombre perdió su forma más alta de vida. Aunque Adán y Eva continuaron viviendo físicamente hubo una muerte que se produjo de inmediato. La muerte no es aniquilación, sino que es separación. Ellos murieron espiritualmente y en consecuencia no podían funcionar sino en el plano más bajo de la vida física.

Mediante el “nuevo nacimiento,” entramos de nuevo a una dimensión espiritual de la vida, aquella que se había propuesto Dios. Como parte de nuestro nuevo nacimiento fuimos provistos de facultades “espirituales” que nos capacitan para funcionar en esa vida espiritual recreada. A través del uso adecuado de estas facultades, o bien prosperamos o sufrimos en varios grados.

 “Desead como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcáis para salvación.” 2 Pedro 2:2

A través de un acto de regeneración del Espíritu Santo nacemos en esta creación nueva, como un bebé espiritual. Así como los bebés naturales deben desarrollar sus sentidos hasta que funcionen apropiadamente, así mismo nuestros sentidos espirituales, que son comparables con nuestros sentidos físicos,  deben ser desarrollados. Si todos nuestros deseos y enfoque sobre la vida están en el plano temporal, lo único que desarrollaremos será nuestros sentidos espirituales.

Sin embargo, si el deseo interior de nuestro corazón es buscar lo que es nacido del Espíritu, nuestros sentidos espirituales serán desarrollados y funcionarán. Esto nos capacitará para distinguir y entender las cosas espirituales. Cuando respondemos a lo espiritual (a su presencia), estaremos mucho mejor de lo que estaríamos si solo hubiésemos gastado nuestro tiempo y esfuerzo en buscar sólo el plano temporal de la vida. Pocos también reconocen esto como un principio inmutable de la vida.

 “Había un hombre de los fariseos llamado Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche….” Juan 3: 1-2

Nicodemo vino a Jesús después que llegó la noche ya que no deseaba ser reconocido, es lo que dice ese versículo pero en realidad hay más. La palabra “noche” habla del sopor espiritual del sistema religioso del cual venía Nicodemo. La posibilidad de la manifestación actual de Dios con su pueblo había degenerado en una forma religiosa muerta. Toda realidad espiritual se había apartado. Nicodemo vino porque vio que Jesús tenía algo que él no poseía aunque lo deseaba y preguntó cómo recibirlo.

Jesús le respondió a Nicodemo que eso no era posible “excepto que el hombre nazca de nuevo.” También le dijo que no podría entrar en el Reino sin este nuevo nacimiento. El mensaje del Reino trasciende y va más allá de la experiencia inicial de nuestra salvación. Esto habla del  desarrollo pleno de la vida espiritual que viene a través de la obra que produce el “nuevo nacimiento.”

Nicodemo intentó relacionar este “nuevo nacimiento” con lo natural ya que no estaba capacitado para entender lo espiritual. El preguntó si este nuevo nacimiento en el Reino era una restructuración natural, Jesús le respondió “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” (Juan 3:6)

El hombre natural solo se puede relacionar con el plano natural, pero el hombre espiritual se puede relacionar tanto con el plano natural como con el plano espiritual a través del estímulo, (ascensión) poderoso del Espíritu Santo.

Nicodemo preguntó si este proceso del nuevo nacimiento era como crecer dentro de un vientre. Debido a que las palabras no podían describir este plano de la vida espiritual, Jesús le dijo que era como el poder ascendente del “viento,” o sea de aquello que nos eleva a una dimensión vida y experiencia espirituales más elevadas.

 “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; más ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo el que es nacido del Espíritu.” (Juan 3:8)

Nuestros sentidos espirituales son la clave para entrar plenamente en esta experiencia del “nuevo nacimiento.” Sólo aquellos que han sido salvos y han desarrollado esos sentidos espirituales pueden escuchar y entrar. Podemos oír y no entender, pero es vital que respondamos a este poder ascendente de Su presencia.

Nuestra comprensión de lo que es espiritual puede crecer gradualmente mientras nos movemos en este reino espiritual, “El viento sopla de donde quiere.” No podemos controlar el reino ni los movimientos del Espíritu Santo, (presencia divina) pero si podemos responder a la misma en fe.

 “Pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminaran, y no se fatigarán.” Isaías 40:31

Note que ellos “levantarán alas como las águilas.” Esas “alas” hablan de nuestra habilidad para responder a la presencia del Señor y movernos con Él (nuevo nacimiento). Cuando sentimos (somos estimulados), el “viento” del Espíritu, vamos a expandir nuestras alas y comenzaremos a ascender al plano de la vida espiritual.

Un avión se convierte de repente en un objeto que vuela a medida que avanza por la pista a un ritmo creciente de velocidad. Una vez que vuela las leyes que lo controlaban en tierra no tienen aplicación. Un conjunto completo de alas entra en operación, alas aerodinámicas. No es necesario entender esto, todo lo que necesitamos hacer es “expandir nuestras alas” en respuesta al “viento” del Espíritu Santo.

Los hermanos Wright lograron volar tan solo unos cien pies en su primer intento, pero no se rindieron sino que lo intentaron vez tras vez, hasta que hoy podemos volar muy fácilmente alrededor de la tierra. Si comenzamos a movernos en este plano espiritual y nos caemos, tenemos que sacudirnos el polvo, regresar a la “pista” e intentarlo de nuevo.

El poder de este “viento” divino nos traerá a una perspectiva y función del movimiento de los últimos días de la presencia Shekinah del Señor, más allá de cualquier cosa que hayamos experimentado antes. Como Nicodemo, muchos están tratando de entender este proceso, en lugar de entrar y participar en el mismo.

En la medida en que respondamos al “Viento de Su Presencia,” podremos también ser levantados a un plano en el que Jesús vivió y caminó y aun operar en ese mismo plano hoy.