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Desarrollar una Vida Personal de oración

por Wade E Taylor

La oración debería ser una función natural de cada día de nuestra vida y el propio corazón de nuestra relación con nuestro Señor. El corazón de nuestras oraciones debería ser siempre la expresión de nuestro amor por el Señor y nuestro deseo de conocerlo personalmente.

 “Yo amo a los que me aman y me hallan los que temprano me buscan.” Proverbios 8:17

Nuestra necesidad no es estar mejor informados sobre los métodos y principios de la oración sino ser animados a dedicar tiempo de calidad en oración.

Nuestras oraciones deberían incluir siempre la expresión de nuestra total dependencia del Señor. Fuimos creados para vivir en una relación dependiente con Jesús, para mirarlo en actitud de adoración y oración por todas las cosas.

 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: El que permanece en mí, y yo en él este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5

La oración es el medio por el cual esta relación de dependencia halla su expresión y perfeccionamiento. Es a través de esta unión en oración con Jesús que el Señor suple nuestras necesidades. La oración está en el corazón de nuestra experiencia y crecimiento cristianos.

Si usted está buscando por alguna nueva revelación, una personalidad o una moda para seguir, será fácilmente llevado a una forma cualquiera de engaño. El fundamento de nuestra vida espiritual debe ser establecido sobre nuestra relación personal y activa de oración con Jesús para hacerlo el Señor de nuestras vidas y de todo lo que nos pertenece.

Cuando Jesús llamó a sus discípulos, Él dijo:

 “Venid en pos de mí, y haré (causaré) que seáis pescadores de hombres.” Marcos: 1:17

Note que el énfasis es en aquello en lo que nos “convertimos” en lugar de aquello que vamos a hacer (pescar). Somos propensos a salir corriendo de inmediato para trabajar para el Señor olvidando en realidad lo que Jesús dijo.

Nuestro llamamiento es a trabajar con el Señor en lugar de trabajar para el Señor. En consecuencia, debe haber un tiempo de preparación antes de que podamos ser efectivos en nuestro servicio al Señor. Que podamos ser “pescadores de hombres” debe ser la consecuencia de la manifestación de una vida de oración y de comunión con el Señor. Si practicáramos lo que el Señor enseñó muchos de los problemas que tenemos en nuestra vida Cristiana desaparecerían.

El enemigo se opone con tenacidad contra aquél que se dedica con fervor a la oración. Si es posible, él hará que estos se pongan a “hacer” algo, cualquier cosa, en lugar de permitirles que dediquen tiempo en oración con el Señor. El diablo conoce el valor de la oración y buscará impedirla a toda costa. El santo que es determinado para orar debe discernir la fuente de esos impedimentos para orar y luego superar toda oposición y distracción.

En el tiempo critico en que vivimos, el Señor está llamando aparte a los suyos  para tener tiempos serios de oración. El brillo y el carisma de personalidades y ministerios están desapareciendo. Al mismo tiempo, la puerta al aposento de oración está abriéndose ampliamente para aquellos que desean algo más del Señor y están dispuestos a entrar en oración.

Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo 6:6

Es aquí  donde se debe ganar la batalla. Cualquier otra cosa ha fracasado en traer al Cuerpo de Cristo a su deseada madurez espiritual.

La comparación de  Isaías 50:4 con Marcos 1:35 revela que Jesús comenzó cada día en oración a solas con Su Padre.

“Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras sabias al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para oír como los sabios.

“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, allí oraba.” Marcos 1:35

Los discípulos de Jesús se percataron de esto y fueron animados a orar.

 “Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor enséñanos a orar…..” Lucas 11:1

La respuesta que Jesús dio evidenció el método para orar en lugar de las palabras para orar.

“Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal.” Lucas 11: 2-4

Comenzamos por reconocer nuestra relación con el Padre Celestial (Padre nuestro), y luego lo adoramos (Santificado sea tu nombre). Sólo entonces podemos orar porque sea hecha Su voluntad y compartirle nuestras necesidades. En otras palabras Jesús dijo: “No necesitas ser enseñado como orar. Tu aprenderás a orar, orando.

La oración es algo más que decirle al Señor lo que pensamos que debería hacer y todas las cosas maravillosas que pasarían si tan solo Él hiciera lo que le pedimos. La oración verdadera comienza cuando entramos en tal clase de comunión con Jesús que el Espíritu Santo puede orar la voluntad del Padre a través nuestro.

Esto es asir la voluntad del Señor no vencer su renuencia. Él puede, con cierta, renuencia, darnos algo por lo que continuamente lo presionamos, para nuestro propio dolor. Advierta que los hijo de Israel presionaron al Señor para que les diera carne en vez de estar satisfechos con el mana que Él les proveía. Él les dio codornices pero la Escritura dice que les debilidad a su alma.

No existen atajos o métodos instantáneos para entrar a Su Presencia, “orar” significa pasar  tiempo de calidad con el Señor.

Cuando el pueblo del Señor venga a un entendimiento del valor de tener un lugar apartado para la oración y la comunión con Él y cuando vengan  a menudo a ese lugar, entonces estarán en el camino de la vida fructífera acorde con Sus propósitos.