Wade E Taylor
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20
“Ya no vivo yo.” Esta declaración debería resonar en lo profundo de aquellos que han rendido la totalidad de su ser al Señor.
There is a process that we must go through for this higher realm of identity with Jesus to become a personal reality in our daily life experience. Jesus will become the manifest head of His Body (us), when we become so transparent that only He can be seen. Then He will begin to live His life, through our lives. This is the end-time “witness” that will greatly affect the world.
Hay un proceso a través del cual debemos ir para alcanzar este plano más elevado de identidad con Jesús al punto de que se convierta en una experiencia real en nuestra vida diaria. Jesús se convertirá en la cabeza manifiesta de Su cuerpo (nosotros), cuando nos hagamos tan transparentes que sólo Él pueda ser visto. Entonces, Él comenzará a vivir Su vida a través de nuestras vidas. Este es el “testigo” de los últimos tiempos que afectará enormemente al mundo.
“Pero recibiréis poder, después que sobre vosotros haya venido el Espíritu Santo y me seréis testigo….” (Hechos 1:8). Traducción literal de King James Version.
En el texto original, la palabra “testigo” significa “mártir.” En la medida que muramos a nuestra vida egocéntrica nos convertiremos en la expresión de la vida de Jesús. Somos nosotros quienes vamos a ser este testigo (me seréis testigos). En el grado en que alcancemos una relación personal con Jesús y nos hagamos uno con Él en intención y propósito, Su vida será vista a través de nuestras vidas.
Pocos de nosotros hemos tenido alguna vez la oportunidad de dar nuestras vidas como un mártir pero todos nosotros podemos convertirnos en un mártir viviente. Por un designio divino todos podemos convertirnos en este mártir: “Ya no vivo yo.”
“Y creo Dios al hombre a su imagen…….” Génesis 1:27
Debido a la transgresión del hombre, esta imagen (nuestro espíritu), se perdió pero luego fue restaurada, sin embargo esta debe ser desarrollada. (crecer hasta la madurez espiritual).
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su hijo….” Romanos 8:29
Las palabras, “ser conformados” nos dicen que este es un proceso al cual debemos someternos voluntariamente.
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:12-13
No todos los cristianos responderán a esta oportunidad para “proseguir a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios” ya que esto es condicional y además hallará la permanente oposición del enemigo de nuestra redención. Si perseveramos en pos de esa meta y nos levantamos sobre toda oposición nos convertiremos en un “vencedor.”
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente.” Génesis 2:7
El Señor sopló sobre Adán el aliento de “vidas,” porque el hombre fue creado para vivir en dos niveles de vida, el terrenal y el celestial. Esta palabra vidas aparece en plural en el original. El hombre fue “formado” (alma) y luego recibió el aliento de vida (espíritu). Debido a que el hombre fue creado para ser dependiente (polvo) fue puesto en un ambiente de test o de prueba.
Adán no podría ser dependiente a menos que hubiese tenido la oportunidad de hacerse “independiente.” Al permanecer en un estado de dependencia el espíritu de Adán podía comunicarse con el Señor pues esta era la intención y el deseo de Dios.
Cuando Adán comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, su parte espiritual murió. Como resultado de la transgresión de Adán el hombre vino a ser solo “polvo” y como tal no puede adherirse a nadie ni a nada sin la impartición del espíritu que había sido soplado sobre él. Aparte del acto de redención de Su creador, el hombre es incapaz de alcanzar el propósito para el cual fue creado.
Cuando nos arrepentimos y recibimos a Jesús como nuestro salvador personal, aquello que se perdió es restaurado, (espíritu) y comienza a funcionar dentro de nosotros.
“Desead como niños recién nacidos la leche spiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.” 1 Pedro 2:2
Tal como ocurre con un bebé, esta parte restaurada de nuestro ser (espíritu) debe ser desarrollada. Luego de nuestra experiencia del “nuevo nacimiento” a través de la redención nos es dada una conciencia de “recién nacido” en esos dos planos: en el terrenal (esfera del alma) y en el celestial, (esfera del espíritu). El primero se refiere a nuestra vida natural.
“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.” 1 Corintios 15:49.
Podemos relacionarnos y funcionar fácilmente en el plano terrenal que es el lugar de nuestra vida y ambiente natural. Pero hay más; nuestra creación no termina con nuestra identidad en el plano de la existencia terrenal puesto que el “aliento de vidas” (terrenal con la vida del alma y celestial, con la vida del espíritu), ha sido soplado en el hombre.
“…traeremos también la imagen del celestial.” 1ª Corintios 15:49
También fuimos creados para funcionar en el “plano spiritual.” Pero hay un enemigo que busca mantenernos “atados a la tierra”, en el plano del alma. En consecuencia, debemos venir a una medida de identidad dependiente con el Señor para funcionar en este plano celestial en el que hay disponibles para nosotros niveles crecientes de relación con el Señor.
En verdad es algo maravilloso que algo finito como el hombre pueda relacionarse y comunicarse con un ser infinito como Dios. Cuando desarrollamos este nivel más alto de vida espiritual nos convertimos en la “expresión” visible de la vida y el ministerio de Jesús de un modo corporativo que manifestará la gloria del Padre conduciendo al establecimiento del reino milenial de Dios.
En el monte de la transfiguración Jesús demostró que la gloria Shekinah había sido encarnada en Él, no obstante, aún no estaba disponible para nosotros. Ahora, en Su resurrección y ascensión el velo ha sido rasgado y se ha hecho un camino para que nos identifiquemos con Jesús en Su permanente gloria Shekinah. La “espada flameante” ya no es más un impedimento para que podamos experimentar Su gloria manifiesta.
Adán dijo que se había escondido de la presencia del Señor porque estaba desnudo. Esta desnudez no tenía nada que ver con las vestiduras sino con la pérdida de la “cobertura Shekinah” que lo capacitaba para entrar en la presencia manifiesta del Señor y comunicarse con Él.
El señor mató un animal para obtener una cubierta que luego en la Pascua vino a ser un cordero y más tarde la sangre de Jesús. Hoy podemos continuar permaneciendo en esta “cubierta” por el pecado que Jesús nos proveyó recibiendo Su perdón pero nunca estar en el lugar en que Adán (nosotros) perdió: ser “revestidos” con Su gloria.
“Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos.” Efesios 1:18
Muchos están satisfechos solo con la cubierta de la redención que fue provista para ellos a través de la expiación de Jesús en la cruz y se sienten confortables estando allí. El Señor está buscando por aquellos que desean una “plena restauración” de todo lo que se perdió, la restauración de Su gloria Shekinah.
“Cuando venga en aquel día para ser glorificado en Sus santos…” 2a Tesalonicenses 1:10
Jesús ascendió en gloria y retornará en gloria. Aquellos que están buscando ir más lejos para recibir Su gloria de transfiguración se convertirán en testigos al mundo de Su presencia y poder manifiestos en esos días finales cuando Jesús exprese Su vida a través de ellos.
“Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti será vista Su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de su nacimiento.” Isaías 60: 1-3 (Destacado fuera de texto).